El destacado escritor Carlos Fuentes falleció hace unas horas en el Hospital Ángeles del Pedregal de la Ciudad de México, a los 83 años de edad, como consecuencia de una deficiencia cardiaca que lo mantuvo delicado de salud en los últimos días.

Simpatizante de la Fiesta, Fuentes dejó un capítulo muy atractivo sobre la importancia del toro en su magnífico libro "El Espejo Enterrado (1992), escrito con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América.

En este profundo ensayo desvela, con una acusada sensibilidad, algunos rasgos de la identidad del hombre con el toro y su relevancia en la cultura mediterránea, donde el rito  de la vida y la muerte forman parte fundamental de la idiosincrasia del pueblo español.

Autor de unas 20 novelas y otras obras de gran relavancia como "La región más transparente" (1958), "La muerte de Artemio Cruz" (1962), "Aura" (1962) o "Terra Nostra" (1975), trabajó sin descanso con una gran vitalidad durante su prolífica vida en la que fue uno de los intelectuales más elocuentes de México.

Y aunque se marcha de este mundo sin haber recibido el Premio Nobel de Literatura, galardón que el destino le negó, su obra quedará presente entre nosotros como un ejemplo de originalidad, dotada de una gran fuerza creativa. Descanse en paz tan insigne maestro de las letras.