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Ruedo: Toreros ingleses

Miércoles, 18 Abr 2012    Londres, Inglaterra    Heriberto Murrieta | Récord   
La columna de los miércoles

En Londres, que dentro de 100 días será sede olímpica por tercera vez, sus habitantes admiran a personajes variopintos que nos han atrapado a través de la lectura desde la niñez.

Héroe del folclor inglés medieval, Robin Hood robaba a los ricos para dar a los pobres. Sherlock Holmes, arquetípico detective, investigaba con inteligencia. Era observador, frío y calculador. El muy londinense Peter Pan, el niño que no quería crecer, decidió viajar hacia el País del Nunca Jamás, volando por encima del Parlamento y el Big Ben. Entre indios y piratas, vio cómo un gran cocodrilo trató de arrancarle la mano que le quedaba al Capitán Garfio. Harry Potter pasó de aprendiz de mago a prestidigitador consumado en una antología que ha vendido más de 600 millones de ejemplares. Y así nos podríamos seguir con músicos, escritores y actores como el genial Chaplin.

Quizá nadie podría imaginar que algunos ingleses admiran también a ciertos toreros y que la Gran Bretaña ha aportado unos cuantos diestros a la historia del toreo. El Club Taurino de Londres y la Peña Fiesta Brava de Manchester entregan periódicamente reconocimientos a personajes destacados del mundo del toro. Paco Camino y Julián López "El Juli", entre otros matadores, han recibido la "Jarra de la Amistad" que otorga el club de la formidable urbe londinense.  Apenas el 13 de enero pasado, distinguió al alicantino José María Manzanares y el estellés Pablo Hermoso de Mendoza como el mejor torero de a pie y el mejor rejoneador, respectivamente, del año 2011.

El Club Taurino de Londres tiene más de cincuenta años de existencia, pues fue fundado en el año de 1959. Sus 300 socios publicaron un libro de 150 páginas, "que representa la mejor guía de la tauromaquia en inglés". Se reúnen semana a semana en un restaurante llamado "Don Pepe" de la calle Frampton de la capital británica, donde deciden el contenido de su revista bimestral "La Divisa".

Pero asimismo ha habido toreros ingleses. Vincent Hitchcock debutó en 1949 en La Línea y llegó a hacer el paseíllo en la plaza de Las Ventas de Madrid. Dejó para la posteridad una autobiografía donde ofrece detalles de su complicada andadura dentro y fuera de los ruedos.

En 1967, durante la efervescencia de Los Beatles, Brian Samuel Epstein, manejador del celebérrimo grupo musical que cautivó a millones en todo el mundo, decidió extender su actividad como empresario y apoyó el surgimiento de otro torero: Henry Higgins "El Inglés".

Ese mismo año, Epstein murió como consecuencia de una sobredosis de barbitúricos. Por su parte Higgins, a quien se anunciaba en los carteles como Enrique Cañadas, recibió la borla de matador de toros en Fuengirola el 20 de septiembre de 1970 de manos del gaditano Juan Beca Belmonte, nieto del revolucionario Juan Belmonte, con toros de la vacada de Carmen González. Su madre era mexicana. El audaz Henry, que perseguía las actividades de riesgo con obsesión, murió en 1978 mientras practicaba el vuelo en una nave sin motor. Legó un libro llamado "To be a matador" (Ser un matador).

También sobrenombrado "El Inglés", Frank Evans completa la lista de los  bullfighters británicos. En 1993, el valenciano Vicente Ruiz "El Soro" le dio la alternativa en Ciudad Real. Evans se mostró capaz con el toro del doctorado de la ganadería de Sánchez Arjona. A lo largo de su vida torera sufrió seis cornadas importantes. En 2003, le dio la alternativa a “El Mexiquense", en el coso de Jiquilpan, Michoacán, y todavía en 2005, artrítico y desmejorado a los 67 años de edad, toreó una corrida en el municipio malagueño de Benalmádena.

En una ciudad donde más de 10 mil atletas buscarán la gloria en las pistas, las albercas, las canchas y los cuadriláteros (dentro del marco incomparable de los Juegos Olímpicos) no está por demás recordar a un puñado de toreros ingleses que se plantaron con honor frente al toro del escepticismo, el rechazo y la intolerancia, provocados por un espectáculo que el desconocimiento hace parecer ciertamente lejano y anacrónico.


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