Semblanza: Rafaelillo, un gitano de los ruedos
Sábado, 31 Mar 2012
México, D.F.
Jorge Raúl Nacif | Foto: Archivo
Hoy se cortará la coleta en Texcoco
"Me cortaré la coleta definitivamente en Texcoco", afirmó de manera rotunda Rafael Gil "Rafaelillo" durante la presentación de los carteles de la Feria del Caballo, decisión que este domingo se concretará en el ruedo de la plaza "Silverio Pérez" cuando diga adiós tras lidiar a su segundo toro.
Agitanado y romántico de la Fiesta, Rafaelillo nació un 16 de septiembre de 1950, en Tijuana, Baja California. Enamorado del toro, escapó de su casa a los once años para buscar ser torero, sueño que poco a poco fue tomando entidad hasta que, el 25 de diciembre de 1971, se doctoró en San Luis Potosí, de manos de Manolo Martínez y bajo el testimonio de Paquirri, ante el toro "Caltanguero" de San Martín.
Ahí inició una nueva lucha, una batalla de vida que ha quedado marcada por el fuerte castigo que le han inferido los toros. Sus 46 cornadas así lo avalan, estando al borde de la muerte en tres de éstas, pero siempre con la mirada arriba y una voluntad que no termina.
Y más allá de sus múltiples percances, el aroma que Rafaelillo ha dejado en los ruedos, siempre con su coleta natural, quedará intacto. Sentimiento y solera, verdad y arte, ahí permanecerán en el recuerdo, lejos del olvido pues, cuando un torero deja huella, ésta permanece por sobre todas las cosas.
Rafael Gil ha brindado su toreo también en España. Confirmó la alternativa en Las Ventas de Madrid el 18 de julio de 1974, llevando como padrino a Julio Vega "Marismeño", y logró sumar cuatro tardes en el coso más importante del mundo a lo largo de su trayectoria. El 29 de diciembre de ese año, confirmó en la Plaza México, siendo su padrino Eloy Cavazos.
Queda para el recuerdo el rabo que cortó en Barcelona en el año de 1974, a un ejemplar de Pérez Tabernero. Su última temporada en España fue en 1988, año en el que recibió una fuerte cornada, penetrante de vientre, percane que todavía ha tenido algunas secuelas, teniendo que ser intervenido hace un par de años.
Dotado de una gran personalidad, Rafaelillo siempre ha tenido una forma muy particular de interpretar el toreo, impregnado de arte gitano sin dejar de lado el valor que lo lleva a pisar terrenos comprometidos y pasarse muy cerca los pitones. Torero de la legua, el romanticismo es el sello más evidente en su tauromaquia y en su forma misma de vivir; es torero y vive en torero las 24 horas del día.
Siempre amable y con todo el verso del mundo, paliacate anunado al cuello, sombrero y hasta una arracada; así es Rafael, todo un personaje de nuestra Fiesta que, si hoy bajan los duendes, puede regalarnos una tarde mágica, de esas que hacen vibrar y hasta derramar alguna lágrima. Hoy se despide un gitano, el gitano de los ruedos.
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