Momentos para el recuerdo nos han dejado los dos festejos de Aniversario en la Plaza México, celebrados el pasado fin de semana y en el que también se vivieron destellos de gran colorido en los tendidos, como la actividad de los vendedores en lo que constituye una especie de enorme "tianguis" en este coso capitalino.
Muy activos estuvieron los casi medio millar de vendedores que se dan cita en los tendidos de La México para ofrecer sus productos al público, una inmensa cantidad que es poco común en prácticamente cualquier plaza del mundo taurino, pero que en la capital mexicana es parte intrínseca del folclor en las corridas de toros.
La gama de alimentos y bebidas que ofrecen los vendedores es tan amplia como variada. Para mitigar la sed de los aficionados no puede faltar la tradición de la cerveza, ya sea clara u oscura, que los cubeteros bajan desde las bodegas con grandes esfuerzos y que enfrían mientras suenan parches y metales para dar inicio al festejo y a lo largo del desarollo del mismo.
Pero no sólo de cerveza vive el hombre, pues los mismos cubeteros venden refrescos, ya sea de cola o de sabores variados, como naranja, limón o toronja. Para los que prefieren cuidar la línea, también hay agua natural, aunque en menor cantidad.
Se quejan algunos de que no se vendan bebidas de 40 grados, como Tequila, Ron o Wisky, porque no hay permiso para que se expendan. Para eso, cada quien lleva "lo suyo" en botas o petacas, de tal forma que, al final, no se echa en falta de nada y de ello no me dejará mentir la conocida "Porra del Alcohol", ubicada en Sol General, debajo del reloj monumental.
Cuando la tarde de toros comienza a refrescar, aparecen los vendedores de cafe, ya sea americano o capuchino, además de té. Para acompañar, se puede comprar una rebanada de panqué, o bien escoger una dona de la gran variedad que hay en los tendidos.
Botanas surtidas
En cuanto a las botanas, por supuesto que hay papas fritas, cacahuates (salados, enchilados o japoneses), nueces de la India, pepitas, churritos y los clásicos cueritos con limón y sal. Bien acompañados con su bote de salsa picante van los vendedores de botanas a lo largo y ancho del tendido.
Pero si el aficionado quiere una comida "más en forma", puede pedir una pizza, ya sea hawaiana o de pepperoni, que calientitas llegan hasta la localidad más alejada de Insurgentes. Las tortas, de jamón, pierna o milanesa, no se hacen esperar, al igual que una estupenda gama de empanadas, que bien pueden ser de jamón y queso, papa con frijol, rajas o piña.
Y eso no es todo, pues también hay sopas instantáneas y chapatas de jamón con queso, así como los ya famosos "choripanes", tortas de chorizo que hacen las delicias de los hambrientos expectadores que disfrutan de la más bella de todas las fiestas. Con ganas de algo calientito, se puede comprar un vaso de esquites, que son granos de elote preparados con limón, mayonesa, queso y picante en polvo, al más puro estilo del centro de Coyoacán.
Para el postre también existe una gran variedad de opciones que la afición puede disfrutar. La tradición mexicana de los "merengueros" aparece en los tendidos de la Plaza México, además de los vendedores de alegrías, obleas y pepitorias. Y tampco faltan los helados o paletas de sabores.
Para los niños
Los más pequeños, y los no tan pequeños, disfrutan churros rellenos, ya sea de chocolate, cajeta o mermelada de fresa. Pan, chocolates, pasitas, galletas y hasta palomitas recién hechas en horno de microondas, son otros de los alimentos que se ofrecen en el coso de Insurgentes, así como algodones de azúcar, que viene acompañados con un pequeño juguete, como dicta la costumbre.
No todo es comida en los tendidos de la plaza más grande del mundo, pues también hay venta de muchos otros productos. Para los niños y niñas, existen vendedores de muñecos de peluche, ya sean toritos o vaquitas, además de gorras con cuernos, capotitos, muletas y espadas de madera. Pero también se venden discos compactos con pasodobles, fotos de toreros o posters del famoso toro "Pajarito".
Por si fuera poco, también hay venta de sombreros, tanto texanos como cordobeses, para dama y caballero. Y para ver mejor, sobre todo si se está en las alturas, la venta de binoculares, de esos de "utilería", no se hace esperar. Además, se ofrecen camisas y chalecos con motivos taurinos, pulseras y bolígrafos, sin dejar de lado a los vendedores de billetes de lotería, cigarros, puros y encendedores.
Y si la tarde pinta lluviosa, en cuanto cae la primera gota aparecen, como por arte de magia, las capas de plástico, toda una joya cuyo precio atiende a la famosa ley de oferta y demanda, dependiendo del grado de tormenta que se avecine.
Las personas que se encargan de la renta de cojines se ubican en los túneles y puertas de acceso al coso, mientras que los distribuidores del programa oficial de la Plaza México recorren los tendidos para dar gratuitamente esta práctica publicación, recibiendo la propina que el público quiera obsequiar.
¿Qué dice el reglamento taurino?
Sin embargo, no todo es "miel sobre hojuelas", pues toda esta cantidad de vendedores llega a incomodar a la afición que se da cita, sobre todo cuando la plaza está llena. Cabe denunciar que una buena parte de estos comerciantes no respetan el reglamento, pues ofrecen sus productos a pesar que la lidia se está desarollando y no solamente en los tiempos establecidos para ello.
Y es que el artículo 56 del Reglamento Taurino para el Distrito Federal dice textualmente: "A la hora anunciada en los programas para el inicio del festejo, el Juez de Plaza dará orden de que suenen clarines y timbales y la función comience. En ese momento suspenderán sus actividades los vendedores en los tendidos y los alquiladores de cojines y ni unos ni otros podrán ejercer su comercio, sino en el lapso que va del apuntillamiento del toro al toque que ordene la salida del siguiente. La empresa y los vendedores serán directamente responsables del cumplimiento de este artículo".
Este sería, en consecuencia, el reto de todos los vendedores en la Plaza México, pues al no cumplir el reglamento terminan molestando al público más que beneficiándolo, pues no es raro que los aficionados lancen un "siéntense" cuando, a media faena, aperecen por delante los comerciantes, que no sólo transitan por las escalinatas y los pasillos que dividen a los tendidos, sino también por en medio de cualquier fila de asientos, incomodando a los espectadores sobremanera.
Así que nunca mejor expresado eso de "tianguis", la voz náhuatl que sirve para describir al típico mercado rodante mexicano, tradición popular que los domingos se traslada, de manera singular, al coso de Insurgentes, la única plaza de toros del mundo donde se puede encontrar de todo.