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Ruedo: El Pana, 60 años

Miércoles, 01 Feb 2012    México, D.F.    Heriberto Murrieta | Récord   
La columna de este miércoles

Después de vivir innumerables peripecias, largos momentos de amargura a cambio de breves instantes de gloria, cornadas, enfermedades y experiencias del más profundo dolor humano, Rodolfo Rodríguez, el creador de ese personaje poliédrico que es El Pana, cumplirá mañana jueves 60 años de edad.

Los escépticos creen que tiene más. Dicen eso al verle el rostro ajado y enjuto, la carne pegada a los pómulos prominentes, los ojos desorbitados, la taleguilla floja y las facultades escasas. Y es que Rodolfo -Juan Charrasqueado redivivo- le dio vuelo a la hilacha. Rehén del neutle, los fracasos en los ruedos provocaron una perdición alcohólica que ahora le pasa factura y le echa años encima.

Casi toda su vida la ha entregado con enorme afición al toreo, con excepción de los primeros años donde el hambre lo llevó a trabajar como sepulturero (cuando echaba paletadas de tierra a la eternidad), vendedor de gelatinas y panadero, oficio que dio origen a su ya legendario apodo.

Desde la primera vez que lo ví actuar en la Plaza México hace más de 33 años, me llamó la atención su enigmática personalidad, su conducta estrafalaria y su atrevimiento para hacer y decir cosas extravagantes aparentemente sin temor al ridículo, estando plenamente consciente de su teatralidad. No por calculada, su puesta en escena ha sido menos original, capaz de provocar la más encendida pasión y el más encarnizado repudio. Algunos coletudos lo admiran, pero he escuchado a otros que no se tientan el corazón para hablar pestes de él y de su parafernalia. Y lo mismo pasa con los aficionados, que se debaten entre si es un genio o un loco.

Aunque deseaba de corazón que triunfara, siempre tuve la sensación de que este iconoclasta del toreo no iba a lograr las cosas que se proponía en los ruedos por ser un diestro desigual, de claroscuros; por poseer una técnica viable sólo con un bajo número de toros (técnica que ha definido intuitivamente en los últimos tiempos, tirando de ellos muy por delante con un acento mexicano) y porque el toro duro que le echaban cuando era más joven significaba de antemano una apuesta en contra.

Por eso, cuando después de muchos años de tropiezos y marginación logró redimirse en la Plaza México aquel inolvidable 7 de enero de 2007 -fecha que el destino le tenía reservada- la experiencia como aficionado fue en verdad purificadora. En esa corrida conmocionó por dos razones: dio espectáculo y toreó con el alma. Cuando se torea con el alma, el público capta el sentimiento, lo hace suyo y se estremece.

El envión de esa pirotécnica actuación le ha alcanzado no sólo para prolongar su vida torera hasta límites insospechados y apuntalar los ángulos de su novelesco perfil, sino también para presentarse en escenarios que jamás había pisado como el Palacio de Vistalegre de Madrid y la Monumental de Aguascalientes; para aparecer en pícaras entrevistas de televisión donde se da vuelo utilizando su característico caló y ser el centro de las conversaciones en distintos lugares.

Sin perder de vista sus defectos (no es lo mismo correr la legua que irse de la lengua), es verdad que le he echado incienso al Pana. Cómo no iba a hacerlo: el hombre se siente torero, ha tenido ese atributo esplendente que es la personalidad, ha rescatado unas suertes, ha inventado otras, ha despertado controversia y se ha levantado del fracaso una y otra vez con el cuerpo cubierto de légamo, pero con la esperanza de esa nueva oportunidad que Dios nunca le ha negado.

Hoy, faltaba más, cabe extenderle una calurosa felicitación por llegar a 60 años de vida. ¿Por llegar vivo a los 60 años, cabría preguntarse? Mis mejores deseos para un hombre interesante que sabe mucho de la vida y que nunca pasará inadvertido.

La lógica nos dice que cada vez toreará menos. Hay que verle sus detalles, que valen el boleto. ¿Hasta cuándo, brujo?

Promotores de la bravura

Tras el pésimo juego de los toros de Fernando de la Mora hace tres días en la Plaza México, alienta ver anunciadas a dos ganaderías que se han caracterizado por preservar la bravura, para abastecer la materia prima en las corridas de aniversario del coso capitalino, el próximo fin de semana.

El domingo último, la falta de calidad y el sentido desarrollado por un toro que lanzó un derrote traicionero,  propiciaron el fracaso de una vacada que decepcionó en su retorno a la capital después de varios años de ausencia.

Los propietarios de las ganaderías de Barralva y Xajay, promotores los dos de la bravura, no han caído en la tentación de rebajar la casta con tal de vender más toros. Esto hace que crezca la esperanza de ver un espectáculo trascendente el sábado y el domingo.

Despierta un enorme interés la corrida dominical, la del cumpleaños 66 del coso, con un cartel hispano mexicano de lujo. Gran oportunidad para los mexicanos José Mauricio y Diego Silveti de ganarles la batalla a los reconocidos espadas españoles con los que harán el paseíllo.

Comentaristas invitados

Este sábado, durante la transmisión televisiva de la primera corrida de aniversario de la Plaza México, nos acompañarán el rejoneador Felipe Vallina y el forcado Pablo Ortiz.

Felipe comentará la actuación de la rejoneadora portuguesa Ana Batista, mientras que Pablo analizará la pega de los forcados queretanos con el toro de La Punta. La cita es en Unicable, a las 4:30 de la tarde.


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