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Desde el barrio: Sin timón y sin rumbo

Martes, 10 Ene 2012    Madrid, España    Paco Aguado | Opinión   
La columna de este martes
Volvemos a lo mismo, pero no hay otra: en España el toreo sigue parado. Y ya no hay ni reuniones, porque la negociación sobre los derechos de imagen, la nueva forma de enfocarlos que pretenden algunas figuras, sigue sin avanzar. No se conocen aún sus demandas reales de los toreros porque ni se las han hecho llegar a las empresas que tienen firmados compromisos con Canal Plus, como le sucede a Simón Casas, impotente aún para cerrar un solo cartel de la Feria de Fallas.

Tampoco es oficial todavía la segura concesión de Las Ventas al triunvirato Choperitas-Matilla-Casas, a falta de algún trámite legal. Pero entre bastidores se mueven ciertos documentos que hablan de un posible affaire de esta empresa en la plaza de toros de Zaragoza durante las dos últimas temporadas, lo que avalaría el recurso del "desdeñado" Tomás Entero al concurso madrileño.

O sea que la temporada, la confección de las primeras ferias, aún no ha echado a andar. Y eso que ya pasaron los Reyes Magos, la fecha tradicional en la que los taurinos comienzan a trabajar. Hay, por tanto, una clara sensación de estancamiento en el toreo español en este cuarto año crisis que comienza.

Pero estas cuestiones no deben preocupar tanto como la desesperante realidad que se oculta tras esta lentitud operativa. El barco del toreo, esa nave de gran tonelaje y larga eslora, navega en este arranque del 2012 sin timón y sin rumbo. Sin un plan claro para una singladura plagada de amenazas y de escollos, no hay capitanes ni timoneles.

Las dos asociaciones de matadores están prácticamente silenciadas una vez que varios de sus más destacados representantes se han reunido en esa especie de lobby profesional que algunos han dado en llamar G-10. Es así como estos dicen que hablan y trabajan en beneficio de todos sus compañeros, pero de momento, salvo la fructífera entrevista que logró el paso de los asuntos taurinos al Ministerio de Cultura, no han tenido muchos más avances. Que se sepa.

Porque, en pos de asuntos como el de la televisión, son múltiples y urgentes los problemas profesionales que afectan al colectivo de toreros que se han dejado a un lado, sobre todo de los que no son figuras "G". No es de extrañar por tanto que no exista siquiera en el grupo la necesaria cohesión para afrontar las negociaciones con empresas y cadenas de televisión.

Por otra parte, los ganaderos de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, donde se agrupan los más importantes hierros salvo contadas excepciones, siguen atrancados en un enrevesado proceso electoral que se dilata desde hace varios meses, sin que surja aún una candidatura clara a la junta directiva de la entidad.

Las eternas divergencias entre las distintas zonas ganaderas –seguro que esto les suena mucho en México– siguen siendo una rémora para el buen desarrollo de una asociación que debe coger fuerza para entrar en el determinante juego de intereses en que se debate el espectáculo. Y más teniendo en cuenta que la Unión de Criadores es parte decisiva en esa Mesa del Toro, hoy descoyuntada, que se supone debería vigilar los ataques contra la Fiesta.

Si acaso, los más orientados en este mar embravecido siguen siendo los grandes empresarios, que están cogiendo fuerzas, sea sumando plazas, como los Chopera, o uniendo intereses, como ha sucedido en Madrid, para afrontar una temporada de crisis que se antoja durísima. De mantenerse este desolador panorama y, sobre todo, de fracasar el intento de las figuras por imponer su criterio en materia televisiva, van a ser las grandes familias de la empresa taurina quienes acaben llevando en solitario el timón del toreo, probablemente por muchos años. Sin las alianzas de los grandes capitanes, sólo un solitario lobo de mar es capaz hoy por hoy de torpedear su acorazado. 


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