La falta de consistencia del encierro de
Adolfo Martín lidiado hoy en Las Ventas Madrid, impidió que los toreros del cartel pudieran redondear sus respectivas faenas, y los momentos de más relevancia los firmaron
Antonio Barrera y
Rafaelillo, sobre todo éste último, que estuvo cerca de cortar sendas orejas tras una honrada actuación.
Y es que cuando los toros no aportan esa bravura emotiva que provoca los sentidos, resulta muy complicado echar a andar a la gente en el tendido. Paradógicamente, los momentos de más intensidad dramática se vivieron durante la lidia del ejemplar que abrió plaza, cuando, de salida, intengó saltar al callejón, le pegó un tremando susto a
Rafaelillo, que se vio obligado a tomar el olivo y, segundos después, le pegó una aparatosa cornada a su banderillero,
José Mora.
El toro se hizo el amo en el ruedo porque sembró el pánico y la entereza de
Rafaelillo se impuso con mucha claridad de ideas y desbordante de valor, haciendo gala de que conoce el encaste y es un consumado lidiador de corridas duras. Y así le robó los pases, ganándole la intención con mucho oficio antes de matar de una estocada entera, algo tendida, que le valió saludar una cariñosa ovación en el tercio.
El cuarto ofreció más prestaciones, y el torero murciano demostró, desde el capote que, cuando un toro embiste con más ritmo, es capaz de torear bien a al verónica. Y suaves fueron los lances que le dio, ante el beneplácito de un público que siempre estuvo a su favor.
La faena tuvo pasajes de buen toreo y
Rafaelillo corrió la mano una y otra vez con temple, en una labor estructurada que fue jaleada por el público. Lo malo vino con la espada, ya que en el primer viaje colocó un horroroso metisaca y esto le privó de cortar una oreja.
Antonio Barrera también sortó un lote muy disparejo en comportamiento, con un primer ejemplar muy bonito de hehcuras, recogido de pitones, que embistió con una nobleza inusual en este hierro. Y el sevillano le hizo una faena sólida y centrada, que no terminó de calar en el tendido debido a que el toro tendía a sosear un poquito.
No obstante,
Antonio enseñó su madurez y cuajó muletazos muy relajado, toreando con temple y ceñimiento, que compusieron un trasteo interesante. Al igual que
Rafaelillo, Barrera no estuvo fino con la espada y lo que pudo ser un resultado más significativo, pues había estado francamente bien, quedó en palmas.
El quinto, acaballado y fuera de tipo, embistíó sin fijeza y desarrolló un peligro sordo que quizá la gente no captó del todo hasta que, a la salida de un pase de pecho, le tiró un fuerte "navajazo" a Barrera, rasgándole la taleguilla a al altura de la cara externa del muslo derecho. Mató de pinchazo y media estocada en buen sitio y así concluyó su paso por Madrid tras un largo tiempo de ausencia.
Serafín Marín venía tristón, y quizá todavía conmocionado por lo que ocurrió el domingo pasado en Barcelona y aunque enfrentó dos toros sin transmisión, a él tamposo se le notó enfibrado y pasó de puntillas.
Resumen de video de la corrida de
Madrid (las-ventas.com)