Uriel Moreno "El Zapata" se convirtió en el único triunfador de la tradicional corrida de este 30 de septiembre en la Monumental de Morelia, pues le tumbó una oreja a cada toro y conquistó la salida en hombros, mientras que Juan Chávez y Alfonso Mateos se fueron de vacío.
El Zapata cortó la oreja del que abrió plaza al mostrar desde un inicio su gran disposición para el triunfo; poco pudo hacer con el capote y en el segundo tercio lució enormidades con su infaltable ejecución en el par monumental. Con la franela el toro, que tenía poca raza, se agarró al piso y sólo detalles muy artísticos se vieron en el trasteo, que al final culminó con tremenda estocada merecedora del primer trofeo de la tarde.
Con su segundo mostró gran oficio con la capa, haciéndose del toro que salía muy suelto, imantándolo a su capa para llevarlo templando caminándole hacía atrás rematando con un personalísimo recorte. Nuevamente lució con los garapullos y con la muleta el toro fue a más, incluso nos da la impresión de que le ha faltado un puyazo al ejemplar que tomó aire y con muchas "patas" iba al engaño del torero.
Voluntad, disposición, entrega y profesionalismo son características irreprochables en este torero; sin embargo, la cadencia y templanza se extrañaron en su labor muleteril, muy arrebatado ante las bruscas acometidas del ejemplar de San Pablo, pero él encontró el modo y entusiasmo en serio al público moreliano. Dejó una media estocada caída que fue suficiente para recibir su segunda oreja de la tarde y con ella el triunfo del festejo más importante en el año taurino de Morelia.
"El Gallo de Lagunillas", Juan Chávez, jugó bien los brazos con el percal en el segundo de la función al torear aseadamente por chicuelinas, arrancando la primera ovación para su cuenta; después del castigo de varas quitó valientemente por gaoneras en el centro del redondel, quite acertado y bien valorado por el respetable.
En el último tercio ante un toro débil de remos estuvo a la altura de las circunstancias al exprimirle muletazos de mucho mérito, entendiendo las limitadas condiciones de su enemigo y aprovechando su recorrido, que fue de calidad permitiéndole lucir por el perfil derecho.
Busco la faena y consiguió un trasteo lleno de inteligencia torera, al final dejó un espadazo insuficiente para tomar la cruceta acertando al segundo intento escuchando palmas al retirarse al callejón.
Con el quinto de la tarde, un hermoso toro castaño, lanceó impecable a la verónica con la media como remate. Con la muleta poco fue lo que podemos escribir sobre su actuación; el toro se vino a menos y el torero siempre estuvo encima, sin embargo, era imposible sacarle un muletazo, solo un par de naturales de buenas hechuras le pudimos captar. Mató de estocada entera y un golpe de descabello para saludar desde el tercio.
Por su parte, Alfonso Mateos lanceó a la verónica con más voluntad que efectividad; con la muleta tuvo momentos de mucha calidad por el izquierdo, corrió la mano a gusto por este perfil embarrándose al toro, todo hecho con ese aire agitanado que lo caracteriza y que ha caído bien entre la afición que recibió con agrado su propuesta taurina. Al final erró con la espada y todo se vino abajo, pues escuchó un aviso y algunas palmas.
Con el último de la tarde nada pudo hacer con el capote y con la muleta corrió la mano largo por derecha, tandas bien mandadas pero faltas de templanza; el torero careció de serenidad y un mejor manejo de las buenas condiciones del último de la tarde, casi en el cierre de su actuación fue alcanzado por el toro siendo zarandeado de fea manera, regreso maltrecho y le falto buscar la tanda del orgullo y vergüenza torera, pesado con el acero y de nuevo toda su labor se desvaneció. Sin embargo, al final el respetable le aplaudió su desempleño.