Sensaciones de una tarde memorable
Jueves, 16 Oct 2008
México, D.F.
Redacción
Hay que verlo
El aficionado mexicano Jesús Zavala nos comparte la emoción vivida en "Las Ventas" de Madrid, la tarde del percance y el triunfo de Miguel Ángel Perera.
El viernes 3 de octubre presencié la corrida más interesante de las que he visto en España. Miguel Ángel Perera realizó una gesta en Madrid la cual quedará para la historia.
Mis amigos saben que me inclino por el toreo de arte, pero debo de reconocer en Perera a una figura del toreo. Un torero que tiene arrestos, cojones y un valor indomable. Un valor que es sutil como la brisa, pero firme como las columnas de Hércules.
Debo de reconocer en Miguel Ángel un torero que ha realizado una temporada de éxitos rematada con una encerrona en la mismísima plaza de “Las Ventas” de Madrid.
A dicho festejo fui acompañado por mi mujer, quien por primera vez veía una corrida de toros en España y quien ha servido de grata compañía y de amuleto A Perera sólo le bastó matar cinco de los seis toros asignados de diversas ganaderías, bien presentados, flojos en el caballo; y que a tres de ellos les cortó una oreja a cada uno: tercero, cuarto y quinto de la tarde. La faena al tercero de nombre “Cara alegre” del Puerto de San Lorenzo, fue la mejor en cuanto ligazón y hondura se refiere. Dos naturales de antología nos ofreció. La del cuarto, “Destocado” de nombre y del hierro de Victoriano del Río, fue una faena de mucho mérito en la que estuvo por encima del toro. La del quinto -y último que mató- fue una faena de cojones o de muchos huevos, según se prefiera, a un toro de Valdefresno llamado “Bellotito”.
Perera se llevó tres orejas en la espuerta dejando la Puerta Grande abierta de par en par, sin poder cruzar el anhelado umbral, debido a las dos cornadas que sufrió. Una en el segundo de la tarde, en la región escrotal, que lo mantuvo poco de más de 30 minutos en la enfermería, aguardando todos en la plaza con un viento gélido el regreso al ruedo del valiente torero. La segunda cornada se la infirió el quinto de la tarde al iniciar la faena de muleta, portando un torniquete en el muslo de la pierna derecha.
Así de herido lidió al quinto ante el espanto del público en que la emoción y el dramatismo de la lidia se sentían a flor de piel. Yo me decía en voz baja: “esta es una sensación muy parecida a la que provoca José Tomás, quien herido continúa en el ruedo”. Miguel Ángel no podía irse a la enfermería, tenía que mantenerse en el ruedo. Por esos son figuras; por esos son toreros; por eso son héroes; por eso alcanzan la gloria, y por eso el toreo es grandioso.
De verdad me emocioné mucho y disfruté a tope una tarde memorable. No me perderé por nada del mundo sus corridas en México.
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