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El capítulo mexicano en la vida de Manolete

Lunes, 25 Ago 2025    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | La Jornada de Oriente   
La huella de uno de los ídolos más grandes de la afición
A 78 años de la tragedia de Linares, es de resaltar la capital importancia que tuvo para el Monstruo su estancia y actuaciones en nuestro país, importancia que excede con mucho su limitada permanencia en territorio mexicano de solamente dos inviernos, durante los cuales partió plaza 38 veces, ocho de ellas en el viejo coso "El Toreo" de la Condesa y nueve en la Plaza México, que el propio Manuel Rodríguez inauguró cortando la primera oreja allí concedida (05-02-46).

Hay que tomar en cuenta que el extraño reglamento capitalino de la época vetaba la posibilidad de otorgar dos orejas a un diestro triunfador, pasando de autorizar un único apéndice a la concesión, como trofeos máximos, de una oreja y el rabo.

Bajo esa peculiar norma, el célebre cordobés llegaría a sumar, entre los dos cosos de la ciudad de México, seis orejas y cuatro rabos en "El Toreo" y seis y dos en la México, es decir, doce apéndices auriculares y seis caudales a través de 17 presentaciones. Sólo en media docena de ocasiones salió del coso con las manos vacías.

Agreguemos que sufrió una cornada grave –se la infligió "Cachorro", de Torrecilla, el quinto toro del día de su presentación ("El Toreo", 09-2-45), y que durante sus incursiones por plazas del interior (21 corridas) cortó también una considerable cantidad de orejas y rabos (14 y cuatro, respectivamente).

Las ciudades donde más actuó fueron Guadalajara y Puebla, que lo vieron en tres ocasiones por dos en Monterrey, Irapuato, Torreón, Orizaba y Mérida; en Nuevo Laredo, Tijuana, Ciudad Juárez, San Luis Potosí y Aguascalientes toreó Manolete una sola tarde.

Sumadas todas dan sus 38 corridas en cosos mexicanos, 20 en 1945-46 y 18 al invierno siguiente, interrumpido de tajo por una inesperada ruptura de relaciones entre las torerías de ambos países urdida, cocinada y consumada desde la distancia por sus paisanos, con gran pesar del Monstruo de Córdoba.

Alternantes mexicanos

A Manolete le confirmó su alternativa sevillana Silverio Pérez en tarde inolvidable para ambos, llevando como segundo espada a Eduardo Solórzano, de la dinastía moreliana de su hermano mayor Jesús, El Rey del Temple. Y fue precisamente Silverio su más asiduo acompañante durante los dos periplos mexicanos de Manolo al coincidir en 16 carteles, tres de ellos de mano a mano con Monterrey, Guadalajara y la Plaza México como escenarios, tarde ésta última en la que cortó el texcocano el primer rabo que se concedía en la Monumental (16–02–46).

Después de Silverio, quien más veces alternó con el estoico torero de Córdoba fue Fermín Espinosa "Armillita" (10), seguido por Luis Procuna (seis, incluida la inauguración de la Plaza México, triunfal para ambos) y Lorenzo Garza. Aunque con éste solamente toreó cuatro corridas, eso no impidió que fuera Lorenzo el rival más enconado de Manolo, pues al contrario de las otras figuras nombradas, que pese a resultar en el ruedo contrincantes de mucho cuidado mantuvieron con el Monstruo una relación invariablemente cordial, el regiomontano no dudó en lanzarle un reto en toda forma, para sorpresa y contrariedad de los innumerable partidarios y no pocos periodistas adictos al ilustre visitante.

Con todo y las duras críticas que provocó, la actitud garcista obró el milagro de despertar a un Manolete que había empezado su segunda campaña sin los ímpetus de la anterior. Y daría lugar lo mismo a la memorable tarde del 11 de diciembre de 1946 con aquel corridón de Pastejé –inmensos ambos en tarde para la historia–, que a la espantosa bronca que, en la siguiente comparecencia de ambos en la Monumental, terminó con Garza pernoctando entre los detenidos en la cárcel capitalina de El Carmen, y con Manuel Rodríguez en la enfermería, reponiéndose de la paliza que le propinó "Boticario", el quinto de una durísima corrida de San Mateo (19-01-47). La dura disputa entre Lorenzo y Manuel terminó sin vencedor ni vencido, triunfadores los dos del mano a mano que los enfrentó al domingo siguiente, en Puebla.

La última entrevista

La ruptura hispanomexicana ya se había producido, pero Manolete permaneció algunas semanas más en México desde donde intentó por todos los medios a su alcance revertir la situación haciendo, sin éxito, de amistoso componedor. Fue en esa tesitura que accedió a dialogar con el Tío Carlos (Septién García), su más entusiasta panegirista entre la prensa taurina nacional. Al leerla, se palpa el grado de amistosa confianza existente entre el periodista y su entrevistado, así como el hálito de sinceridad que emana de las palabras de Manuel Rodríguez y su grado de identificación con nuestro país en general y la afición mexicana en particular. 

Entresaco unos cuantos fragmentos que ilustran lo anterior al tiempo que expresan los puntos de vista del gran torero de Córdoba sobre sus dos campañas aquí, calibrando de su propio desempeño y el de los ases mexicanos con quienes tantas veces compartió cartel. 

Habla Manolete:

"Tres características tiene el público de México. La primera, su espléndido apasionamiento; la segunda, su excelente gusto para ver toros; la tercera, sus conocimientos. El público de esta capital es muy buen aficionado. ¡Y qué pasión! –subraya el diestro (…)

Me parece que en el toreo mexicano existe una profunda preocupación por la estética. El torero mexicano, por reglas general, tiene una gran sensibilidad. Es un artista. En cambio, suele descuidar la técnica. Aunque en esto hago expresa excepción de Armillita y Arruza. El torero español suele, por el contrario, preocuparse más por la técnica (…) Mi preocupación, desde que soy torero, ha sido poder reunir la estética con la técnica (…)

Silverio y Procuna son los toreros mexicanos que mejor expresan el toreo de aquí. Aquél por su dramatismo, su emotividad y su profundidad; este otro (Procuna) por su toreo tan personal y florido (…) Armillita es cosa distinta. Es un gran torero, formado en la escuela tradicional. Por ello su gran dominio sobre el toro y sobre todas las suertes del toreo (…)

–¿Qué cuáles las mejores faenas de toreros mexicanos que he visto? (…) Son tres: la del toro "Pituso" y la de "Nacarillo", ejecutadas por Fermín Espinosa (…) La tercera es la de Silverio Pérez al toro "Cantaclaro" de Torrecilla la tarde de mi presentación en México la temporada pasada (…) Faenas muy diferentes que me han gustado mucho (…)

–¿Y cuáles son, a su juicio, sus mejores faenas en nuestras plazas?–preguntamos al cordobés.

–Son tres (…) La del toro reserva de San Mateo en la corrida inaugural de la Plaza México (…) La del toro "Platino" de Coaxamalucan, el 17 de febrero del año pasado, alternando con Pepe Luis y Procuna, y la del toro "Manzanito" de Pastejé que toreé el 11 de diciembre alternando con Garza y el Ahijado del Matadero (…) Con "Platino" toree por la derecha a mi sabor. Recuerdo tres derechazos en que el toro no salió de la muleta; fueron como uno solo. Con "Manzanito" me di gusto toreando con la izquierda. Hice el natural en todas las formas posibles (…) También en Puebla hice una faena con la derecha alternando con Garza. Quedé muy satisfecho y sería la cuarta". (El Universal Gráfico,9 de marzo de 1947).

Sobre el toro mexicano

La ganadería que con más frecuencia lidió Manolete en México fue la jalisciense de La Punta (19 corridas y 40 astados). De las dehesas zacatecanas de los señores Llaguno tres encierros fueron de San Mateo y tres de Torrecilla, y del campo bravo tlaxcalteca únicamente toreó el Monstruo dos de Coaxamaluca, una de Piedras Negras y otra de La Laguna. En Mérida enfrentó reses de los dos hierros que pastaban en la península de Yucatán, Sinkehuel y Palomeque. Las restantes divisas con las que Manuel Rodríguez se anunció fueron Xajay (dos) y Pastejé, Carlos Cuevas, Peñuelas y Matancillas, ganadería hermana de La Punta. Lidió también el último encierro español corrido en la capital mexicana, un terciado sexteto de Luis Vallejo, procedencia Murube (30-01-46). 

Al debutar en Torreón un toro de Carlos Cuevas lo trajo a mal traer (20-02-46: dos avisos), y en León participó en un festival benéfico de seis novillos para seis espadas (28-01-47). Ni que decir tiene que actuó siempre a plaza llena y cobrando sumas sin precedentes. 

Su clara preferencia por los hierros de los señores Madrazo (La Punta y Matancillas, sangre de Parladé y Gamero Cívico) Manolete la explicó, en la misma entrevista con El Tío Carlos, de la siguiente manera: "Es una ganadería muy pareja –dice–. La que más se parece a las españolas." (íbid).

Lo que sigue

Nuestra próxima entrega consistirá en una revisión de lo que los cronistas mexicanos de más prestigio dijeron de Manuel Rodríguez Sánchez a su paso por los ruedos del país, con el leitmotiv de las faenas que el propio Manolete consideró como las que más profunda huella dejaron. En él mismo y en la afición mexicana, que lo disfrutó, aplaudió y reconoció como una auténtica figura de época.


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