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Opinión: En recuerdo de Gabriel Huerta Ortega

Martes, 01 Jun 2010    Puebla, Pue.    Alberto Vázquez | Foto: Ismael Ramírez | Síntesis   
El Relicario rinde homenaje al hermano del empresario Pepe Huerta

Cuando José Luís Angelino se fue a los medios y montera en alto, brindó, solemne, la faena de "Gran  Amigo", negro entrepelado, herrado con número 261, mirando a los cielos, toda la concurrencia entendió perfectamente el brindis y quien era el brindado: Gabriel Huerta Ortega ya presente en el palco de ganaderos de la Monumental del Cielo, al lado de su padre don Reyes; pero pocos, muy pocos entendieron lo que Angelino hizo después de signar su frente con la cruz, sin perder solemnidad depositó su negra montera en la arena del albero con los machos hacia abajo -cosa que tanto festeja la gente en los tendidos, quizá sin saber porqué- festejan cuando la montera así queda al ser lanzada al aire.

Pero, José Luis no la lanzó, la depositó. Montera de fúnebre color negro, cuya alargada forma recuerda un ataúd, negro catafalco que al quedar colocada boca arriba, parece permanecer abierto esperando algún cuerpo. Al colocarle boca abajo, ese espacio cerrado simula que el rito está concluido y para hacer esto más verás, recordemos que en ocasiones, algún subalterno, "a la pasadita" se encarga de voltear la montera si ésta ha caído al revés o a veces el mismo matador con la punta del estoque le da el giro. En este caso, el matador, solemne, de toda solemnidad -y no dejó de señalarlo- reverenciando, tomó un puño de arena y lentamente lo esparció sobre la montera concluyendo así la evocación de la ceremonia del enterramiento. Todo estaba consumado, pero el recuerdo de Gabriel permanecía en la plaza. Días antes, al dispersarse la noticia de su fallecimiento, los informados para corroborar de quien se trataba, preguntaban: ¿Gabriel?, ¿El Gato? Y así se llamó el sexto de la tarde: "Don Gato", como el primero; "Inolvidable", y los demás nombres fueron recordando a quien siempre fue  "Hermano Querido", "Triunfador", "Barba Mágica".

El resultado del festejo, fue un éxito, con una entrada de "casi lleno", los que calculan entradas para las crónicas hablan de más de tres cuartos, en éste, casi fueron nueve decimas partes, con un publico a la vez festivo y respetuoso, ante la salida por toriles de un encierro, que ahora sí pareció convencer a todos, los morrillos que lucían no dejaban lugar a duda alguna.

Rafael Ortega y José Luís Angelino se fueron a empate de tres peludas por coleta, sin "tiempos extra": No, no hubo toro de regalo y Rodrigo Santos, que luce una cuadra estupenda, arriesgó, como siempre suele hacerlo con mayor lucimiento y suerte, pero la diosa fortuna que le acompaña le dio la espalda a la hora de oficiar con la hoja de peral y la muerte se retrasó en sus ambos toros, teniendo que terminar con la vida del primero de un certero descabello, y del segundo con una estocada hasta las rojas cintas de la empuñadura, ¡Que ni los de a pie! Sus dos toros lucieron arrobas, fueron bravos, celosos y codiciosos. Y con la gran presencia escénica de Rodrigo se incrementan el lucimiento y la espectacularidad. El potosino nos sigue debiendo en Puebla un gran triunfo, será a su regreso de gira por la tierra del Oporto y el toreo a caballo. El triunfal  festejo concluyó con salida a hombros de los cuatro actuantes y el ganadero ante la mirada complaciente desde los cielos de Gabriel, que dos días antes se quitó la vida en su casa de Puebla, y terminó así, contudente, la batalla que libraba en contra del cáncer. Descanse en paz este hombre de lucha y trabajo.


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