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La gran faena de Mariano a "Azucarero"

Lunes, 10 Feb 2025    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | La Jornada de Oriente   
Uno de los tres rabos que el torero charro cortó en la Plaza México
La temporada 1974-75 en la Plaza México evidenció pronto el vacío de Manolo Martínez, fuera del elenco por voluntad propia. El Niño de la Capea cumplió sus tres contratos, se llevó a Salamanca el rabo del garfeño "Corvas Dulces" y dejó el ciclo en manos de las tres figuras mexicanas sobrevivientes a la defección del regiomontano. A Cavazos su inevitable adultez lo distanció del aprecio de los capitalinos: en cuatro corridas apenas una oreja. A Curro Rivera le vino grande que la empresa lo presentara como eje de su temporada: como muletero se mostró más templado y expresivo que en el pasado, más su inseguridad con los aceros conspiró contra las altas aspiraciones del torero y de la empresa capitalina. 

Quedaba en pie Mariano Ramos, el más sobrio y menos mediático de los tres, también el más poderoso y capaz. Alternando con Curro, se había presentado en la cuarta corrida y de inmediato cobró las orejas del sanmateíno "Reyecito", toro encastado y de respetable presencia, en tanto Rivera bordaba a "Regalito" y, por pincharlo, se tenía que conformar con un apéndice (05-01-75). El de la Magdalena Mixhuca tuvo que esperar hasta el noveno festejo para volver a partir plaza. Lo hizo al lado de Manolo Cortés y del muy prodigado Francisco Martín Rivera para despachar una corrida de Tequisquiapan, la de mayor trapío y pitones de toda la campaña.  

Curro, en su cuarta actuación, empalagaba ya a estas alturas pese a mostrarse valiente y dispuesto… y tan flojo como de costumbre con el estoque. Manolo Cortés, sevillano de Ginés, artista de corte fino, con el valor justo y más clase que dominio, regaló un magnífico séptimo, el berrendo aparejado "Pintor" y consiguió cortarle una oreja, aunque quedara la impresión de que le dejó media faena dentro, tan bueno era el bicho, precioso además, sin que sus 590 kilos parecieran pesarle, pues terminó sus días acudiendo deliciosamente a la inspirada muleta del andaluz.

La faena de la temporada

El sexto, de impresionante presencia y hermosísima pinta –berrendo en negro alunarado, capirote, botinero, astifino y vuelto de pitones– no tuvo en principio la dulzura de "Pintor" pero sí casta y bravura para dar y prestar. Justo lo que Mariano Ramos necesitaba para poner de manifiesto sus mejores cualidades, tendientes siempre al dominio de la fiera como cimiento del arte. Había estado gris con su débil primero (aviso y pitos), pero nada lo motivaba más que saberse delante de un toro que lo era en esencia, presencia y potencia. Gran toro "Azucarero" y faena grande del de la Magdalena Mixhuca. Los cronistas la vieron así:

Manuel Horta

"El sexto fue bautizado como "Azucarero", berrendo en negro y capirote (…) lució en el último tercio gran estilo, embistiendo siempre con codicia pero también con nobleza. Mariano Ramos lo entendió, lo cuidó y fue llevándolo con mucha suavidad desde los primeros muletazos. Vinieron incontables series de derechazos, sereno, toreando con mando y a gusto entre interminables aclamaciones. Ligó los naturales entre un escándalo creciente, cayendo a la arena docenas de sombreros (…) y cojines. Prosiguió, dueño absoluto de la situación, haciendo cuanto le vino en gana: pases de vuelta entera, cambios de mano, abaniqueo y adornos torerísimos.

Muchos espectadores, conmovidos por la nobleza del burel, pedían el indulto, que hubiera sido inmerecido, pues superior al toro fue el torero. Ramos coronó su larga y triunfal faena con una estocada de mortales efectos para llevarse las orejas y el rabo de "Azucarero" y dar varias vueltas al ruedo bajo un diluvio de prendas. En una de ellas se hizo acompañar por el ganadero. Y para los restos de "Azucarero"  hubo vuelta al ruedo en el arrastre." (Excélsior, 10 de febrero de 1975).

Ricardo Torres

"Azucarero", número 168, con 488 kilos, ensabanado, capirote y cornivuelto (…) pelea con bravura con los piqueros y se cambia el tercio tras dos buenos puyazos (…) banderilleado sin pena ni gloria (…) Mariano se ve confiado e inicia su faena de inmediato toreando por derechazos (…) y a base de valor y torerismo va consiguiendo eslabonar varias tandas que se aplauden con fuerza. El diestro está metido entre los pitones pero sin ahogar al magnífico ejemplar, y a base de consentir y templar logra una tanda de naturales extraordinaria que pone a la plaza al rojo vivo (…) ya tiene plenamente dominado al de Tequisquiapan y nos ofrece una tanda todavía mejor con la zurda que hace que caigan sombreros a la arena. Le vemos ahora derrochar valentía en una gran tanda de derechazos que materialmente saca de quicio a los espectadores. Ha conseguido que "Azucarero" vaya a más durante la faena, resultando a estas alturas un astado extraordinario. Ramos se ha emborrachado materialmente de torear, hasta redondear la mejor faena de la temporada. Describir lo que sigue haciendo es materialmente imposible, pues nos ha ofrecido toda la gama del toreo, inclusive con improvisaciones en la misma cara, entre la locura de los espectadores.

La faena es inenarrable y termina con una gran estocada en lo alto que mata sin puntilla. Para los restos del notable ejemplar de Tequisquiapan hay una vuelta al anillo entre aclamaciones del respetable, y para el torero la apoteosis con las orejas y el rabo de su extraordinario enemigo." (Claridades, del 9 al 15 de febrero de 1975).

Palmarés

A lo largo de una carrera marcada por irritantes desigualdades administrativas y notorios altibajos en su estado de ánimo, Mariano Ramos hizo en la México, desde su época de novillero, varias faenas notables. La más recordada, junto con ésta de "Azucarero", fue sin duda la de "Timbalero" (21-03-82), aquel duro, encastado, geniudo y poderoso cárdeno de Piedras Negras que hubiera puesto en un predicamento a más de cuatro figuras y dio lugar a uno de los episodios más toreramente emotivos en la historia de la Monumental. Pero hay varias gestas más en el historial capitalino de Mariano: la del indultado "Abarrotero" de José Julián Llaguno (06-01-74), la de "Mil Amores" de Mariano Ramírez (20-02-77), las de su gran tarde con un encastado encierro de San Martín en la inauguración de la temporada del Patronato Taurino del Distrito Federal (19-11-89), la de un "Farolito" de Los Martínez casi tan enrazado y fiero como "Timbalero", trasteo de mérito y corte muy parecidos (16-12-90) o las tres de aquel mano a mano de emergencia, por súbita indigestión alérgica de Jorge Gutiérrez, en que materialmente apabulló a José Mari Manzanares, artista al que mucho admiraba y no se recataba de decirlo (29-11-92).

Pero Mariano no supo retirarse a tiempo –en realidad nunca lo hizo de manera formal– y su imagen se fue diluyendo con el paso de los años. Y sin embargo nunca, hasta la fecha de su prematuro deceso (05-10-2012), dejó de ser quien era: uno de los maestros en tauromaquia más cabales, poderosos y auténticos que ha dado México.


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