El domingo pasado llegó a su fin la Temporada Grande 2009-2010 de la Plaza México, que deja una estela de buen ambiente, varios triunfos de toreros mexicanos, otros de toreros extranjeros y, sobre todo, la constancia de que se puede seguir trabajando en favor de la Fiesta en la Ciudad de México, ya que se percibe un soplo de esperanza.
En este sentido, el balance del ciclo presenta cosas positivas y detalles en los que se puede mejorar, como podría ser la presencia de los encierros, evitar que vengan corridas parchadas o que determinados toros sean devueltos por las protestas del público, lo que conlleva una responsabilidad no sólo de la empresa, también de los apoderados de las figuras y de la autoridad.
Si hubiese que destacar algo en particular, sería el cumplimiento del Derecho de Apartado, casi en su totalidad, donde aparecieron varias figuras de talla internacional, y las ausencias, notorias, de algunos mexicanos, como fue el caso de Zotoluco, Ignacio Garibay y Joselito Adame.
Caras conocidas
De entre los toreros mexicanos jóvenes, o no tanto, quizá, que dejaron su impronta en la campaña, merece la pena destacar el nombre de dos: Arturo Macías y Octavio García "El Payo", quienes realizaron dos de las faenas más emblemáticas de la temporada.
El primero se acarteló acorde a los triunfos reiterados que ha tenido en este escenario, y aprovechó dos entradas magníficas, cercanas a los tres cuartos del aforo cubiertos, para demostrar que lo suyo ya no es obra de la casualidad.
A Macías se le podrán reprochar algunas cosas; sin embargo, resulta innegable que su mentalidad de triunfo y el afán de conseguirlo a costa de lo que sea, lo han llevado a convertirse en figura del toreo en un par de años, prueba fehaciente para las nuevas generaciones de que sí se puede dar el salto a la fama en esto de los toros.
La faena que cuajó el hidrocáldo al toro "Cuatro Caminos" la tarde del 29 de noviembre, en franca competencia con José Tomás, fue de las que no se olvidan y sólo la falta de criterio del juez Miguel Ángel Cardona le arrebató de las manos un triunfo ganado a pulso, que no sólo se trataba de un galardón especial para la carrera del propio Arturo, sino la legitimación del toreo de México, representando por este indómito de los ruedos, en una tarde de máximo relieve.
El calado que tuvo este trasteo en el público fue mayúsculo, y quedará, por su estructura, temple y calidad, como una de las faenas mejor trazadas de los últimos años con el que en mi gusto personal, fue el mejor toro más completo de toda la temporada, pues conjugó un armonioso trapío con clase y duración.
La otra faena impactante, aunque matizada por la raza y no tanto por la estética, fue la que El Payo realizó al primer toro de su lote, un ejemplar enrazado y nada fácil, perteneciente a la ganadería de San Isidro, la tarde del 6 de diciembre de 2009.
La forma de desentrañar el comportamiento del toro, la firmeza en los procedimientos y, más que eso, el arrojar en cada pase la moneda al aire, fue de un arrebato total. Vamos, que se zumbó al toro con singular desparpajo.
El queretano enseñó sus avances y dejó en claro que lo suyo va muy en serio, producto de una magnífica racha obtenida en plazas como Guadalajara, Morelia, Tijuana y Guanajuato, donde quedó patente que se trata de un torero de una gran proyección, con un estilo cargado de verdad y reciedumbre.
Fue una lástima que no pudiera regresar a la temporada debido a la gravísima fractura sufrida en Querétaro el Día de Navidad, pues a buen seguro hubiera posicionado mejor su imagen en una segunda comparecencia. Pero eso sólo será cuestión de tiempo, y que ahora en Texcoco y Aguascalientes muestre la pasta de la que está hecho.
La revolución de El Zapata
Un inverosímil par de banderillas, el llamado "Par Monumental", nueva aportación de la rica inventiva mexicana a la tauromaquia, despertó a todo mundo y dio sentido a la tardía llegada de Uriel Moreno "El Zapata".
Y a partir de entonces, su variedad capotera, el arrojo en banderillas, y la faena a un noble toro de Rancho Seco, terminaron por colocarlo como otro de los toreros mexicanos triunfadores del ciclo.
Ojalá que esta contundencia de las dos tardes le abra otras puertas, y vuelva con el ánimo intacto a seguir haciendo su personal revolución, la que ahora le espera en los despachos.
La huella de Sebastián
Sebastián Castella se empeñó en venir a La México y consiguió su objetivo: convertirse en uno de los nuevos consentidos de la afición capitalina.
Si es verdad que la tarde del 10 de enero no era buena (por aquello del regreso de vacaciones y la cuesta de enero), el francés conquistó al público sin importarle nada más que estar bien y disfrutar el toreo.
La faena que realizó a un complicado toro de Teófilo Gómez fue estrujante. A cada palmo se jugó el físico con esa elegancia que le caracteriza, haciendo un toreo de inspiración ojedista en la técnica, muy asentado y valeroso, pero igualmente terso y preciso, muy torero.
En cualquier distancia, el temple de Sebastián Castella, su seguridad pasmosa, y ese andar por la plaza que transita entre la despótica naturalidad y el saberse dueño de la situación, como se pudo constatar la tarde volcánica del 5 de febrero, donde volvió a desatar las pasiones. Y eso nada más lo consiguen las grandes figuras.
Ponce, de puntillas
Hacía muchos años que Enrique Ponce no pasaba de puntillas por esta plaza, y fue en la primera corrida del ciclo, cuando Manolo Arruza mantuvo su caché en una magnífica despedida, y Fermín Spínola pisó fuerte al cortar tres orejas.
Aquello de la fractura en la mano derecha que le impidió torear otra tarde a principios de febrero, fue un paripé del consabido "parte facultativo" con el que se quitó de un plumazo el viaje a México, "llevándose entre las patas", como se dice coloquialmente, a las empresas de Saltillo, Torreón y Mérida.
Si existían diferencias entre la empresa de la Plaza México y el valenciano, lo suyo hubiese sido no torear ahí y sí venir a cumplir los otros compromisos que su administración había contraído con empresarios que se quedaron con la publicidad en la calle, y también… con un palmo de narices.
No hay que olvidar que el embudo, y no me refiero al de Insurgentes, generalmente es demasiado ancho de aquí para allá. Y eso no se vale. Basta ya de tanto agachismo ante cualquier torero venido del otro lado del Atlántico, llámese como se llame, y esto sirve de ejemplo para que el público exija, a través de las propias empresas, un respeto a este país que tanto les ha dado a las figuras ultramarinas.
La máxima expectación
El recuerdo más perdurable de José Tomás este año en La México fue la expectación que despertó en la cuarta corrida. Su amplio despliegue publicitario –una inversión cercana al millón de pesos– tuvo consecuencias favorables en la taquilla y se registró una excelente entrada.
¿Qué la faltó a su actuación? El triunfo. Que le concedieran la oreja de su primer toro, ganada a ley. Y es preciso decir que fue la figura extranjera que mejor eligió una corrida en el campo, la de Xajay que, por su trapío y seriedad, envió uno de los encierros más parejos y bien hechos del ciclo, y remató su venida a La México con otra corrida ejemplarmente presentada.
Lo de regalar un toro, y matar un total de cuatro en el mano a mano con Macías, tal vez no venía al caso, aunque la gente siempre agradece los regalos y más si vienen de una figura que no suele concederse esta ventaja. La tarde, y la entrada, lo justificaron.
Quedó a deber
La mejor entrada del ciclo la hizo Pablo Hermoso de Mendoza, que concitó a villamelones, señoras, niños, políticos, artistas, millonarios, abuelitas…, y mucha gente que acudió a la plaza a dejarse ver. ¡Qué maravilla! El público, heterogéneo, la masa, el entusiasmo desbordado con su toreo y una cuadra infinita.
Y curiosamente, también se percibió la exigencia de quiénes le admiran pero que ya no tienen un pase, de tal forma que la actuación del navarro en esta temporada dejó a deber.
Sería bonito verlo dos tardes en la misma campaña, una, porqué no, en corrida de rejones alternando con dos caballistas mexicanos. ¿Saben hace cuánto tiempo no hay una corrida de rejones en La México? 16 largos años, desde febrero de 1996. Ya es hora, ¿no?
En su sitio
Julián López "El Juli" también hizo una gran entrada, tal vez la segunda en importancia después de la de Pablo Hermoso, y equiparable a la que consiguió José Tomás.
Sin toros para triunfar, y con la gente esperándolo mucho, el madrileño sacó la casta en una actuación pletórica de raza. Así cortó dos orejas a un toro de Bernaldo de Quirós y manifestó que es una de las figuras indispensables en el elenco. Por trayectoria y categoría.
Poquito a poco
Aunque José Mari Manzanares no cosechó un triunfo clamoroso, quizá porque ninguno de los toros que sorteó le embistió con franqueza, el alicantino dejó su esencia mediterráneo sobre el ruedo de La México, y resolvió con solvencia, chispazos de clase y una espada de privilegio, un lugar que poquito a poco va ganando adeptos entre la afición.
El hijo del maestro alicantino será un torero bienvenido a cualquier hora, en cualquier plaza. Su profesionalidad le avala, y sólo es cuestión de que salte un toro bueno para que encuentre, en las telas del Manzana, el cauce indicado para expresar un toreo de cante grande.
Y así como Manzanares batalló con sus toros, otro tanto le ocurrió a Miguel Ángel Perera, que se vio obligado a hacer un despliegue fenomenal de recursos y entrega para mantener el caché. El extremeño es un torero para dos tardes, y no sólo una.
Cayetano llevó gente a los tendidos de la plaza. Famosos, niñas guapas, y mucho glamour, tuvo su presencia en la campaña. El hijo de otra figura española de los setentas, dejó chispazos de clasicismo y, aunque sin redondear, se ganó el cariño del público por sus excelentes detalles. Al final, los avatares de la campaña lo dejaron fuera una segunda tarde que tenía apalabrada.
En este rubro encaja, al lado de Manzanares y Perera, para ser una de las cartas atractivas para la próxima temporada, lo mismo que Pedro Gutiérrez "El Capea", que cortó una oreja que contribuye a la reivindicación de un apodo inolvidable, y de un buen torero que está apostando por México haciendo temporada en cosos de provincia.
David Fandila "El Fandi", en su primera tarde, protagonizó una lidia completa que incluyó excelso toreo de capote, y espectaculares pares de banderillas. La faena fue de menos a más ante un toro de San Isidro que atesoró mucha calidad, y al que el granadino toreó por nota. Incomprensiblemente, el juez Cardona sólo le entregó una oreja.
Por su parte, Daniel Luque, gustó por la hondura de su trazo, con todo y que estuvo a punto del desmayo porque se quiso beber a México de un solo trago, tal vez motivado por el amargo recuerdo de su paso como novillero por esta tierra, donde llegó cuando era un chiquillo que ahora se comporta y torea como un hombre.
Y Luis Bolívar no cantó mal las rancheras, en la última corrida de la campaña. El torero colombiano dio cátedra de oficio y poderío, y se anotó en la lista para venir el año entrante. Se le verá con mucho agrado.
Sorpresas te da la vida
Una de las sorpresas más gratas de al campaña fue la que dio Fabián Barba con dos actuaciones sobrias, toreras y enteradas, de la que tuvo mayor repercusión la primera.
En ningún momento le tembló la mano a este menudito hidrocálido, un torero que se ha curtido en la dureza de la desesperanza. El triunfo obtenido en su tierra a comienzos de la frustrada feria del 2009 tuvo aquí, en La México, una continuidad de la que no debe apartarse, y fue con toros de Santa María de Xalpa, que envió la corrida de mejor nota de todas.
Y si Fabián mantuvo el interés, Manolo Mejía adquirió un nuevo tanque de oxígeno que revitaliza su carrera, mediante una faena interesante y poderosa ante un toro de Autrique que le valió el corte de dos apéndices la tarde de la histórica alternativa de Hilda Tenorio, una mujer valiente que tiene futuro por delante.
Rafael Ortega entregó una de cal y otra de arena, con cornada incluida, ante un encastado toro de Los Encinos que lo hirió el 5 de febrero. Sin embargo, en la primera tarde (las dos fueron al lado de Castella), el tlaxcalteca hizo una de las faenas más templadas del ciclo, a un noble toro de Teófilo Gómez.
Se puede afirmar que, de los toreros veteranos, la reaparición de Rafael supuso un "tomar en cuenta" a una de las figuras más representativos del escalafón, y eso es un valor añadido para su carrera, repleta de éxito en esta plaza.
Entre el "barco” y el "perro"
Si Eduardo Delgado fue el "barco" de los jueces de plaza, como suelen decir los alumnos a los maestros bobalicones, el "perro", volviendo a las aulas, fue Miguel Ángel Cardona, que pecó de riguroso e inflexible.
Es verdad que la Plaza México no es fácil. Mucho menos el empresario. Y que en este magno escenario existen distintos intereses, en muchas ocasiones difíciles de conciliar. No obstante, para comprender los aspectos más indispensables a la hora de reseñar y aprobar un encierro, de la dirección de una corrida o la concesión de los trofeos, el tema más fino para hilar siendo juez de plaza es el criterio, tocado de una pizca de flexibilidad y dos gotas más de sensibilidad.
El único que mantuvo una hegemonía en sus decisiones fue Roberto Andrade, el idóneo punto de equilibrio entre el Delgado y Cardona, porque el matador en retiro Ricardo Balderas, a sus noventa años de edad, ya está más cerca de la jubilación que del palco de la autoridad.
Valores añadidos
Acompaña este artículo de opinión una estadística de la Temporada Grande, así como una amplia galería de imágenes captadas por Sergio Hidalgo y un video de resumen, con los mejores momentos, filmado y editado por Jorge Raúl Nacif.
A lo largo de las 19 corridas, ambos han estado al pie del cañón con entrega y talento, y han sido los pilares de una magnífica cobertura visual que ahí queda, trabajando "rápido y bien", que es el lema de Mundotoro México.
Estadística de la Temporada Grande 2009-2010