La Temporada Grande terminó honrosamente con un encierro de auténticos toros de la ganadería anticomercial de Barralva. Así tendría que ser siempre, pero a diferencia del colombiano Luis Bolívar, quien no escurrió el bulto ante la seria corrida de sangre española del encaste Parladé, otras figuras extranjeras pecaron de cómodas a lo largo de la campaña recién finalizada, prefiriendo el billete grande sobre la verdadera trascendencia que sólo se alcanza cuando el toro está en el ruedo.
Bolívar, quien seguramente ya se encuentra en los planes de Rafael Herrerías para el futuro, está acostumbrado a las caras serias, a las cajas voluminosas, a las arboladuras de respeto. Les puede, y por eso tiene tanto sitio. El domingo pasado brindó una lección lidiadora ante un manso de gran movilidad que transmitía una enorme emoción en sus huracanadas acometidas. Lo toreó, como procedía, a la española, con la muleta planchada por delante y ligando con temple y sometimiento. ¿Algo despegado? Puede ser, pero con un poderío portentoso que puso al público de pie. Una faena recia y vibrante con un gran fondo técnico; una pieza torera de alta tensión. Lástima que la espada hiciera guardia en la estocada porque las orejas las tenía aseguradas.
El encierro de Barralva, con sus matices, fue interesante de principio a fin y contribuyó a ampliar el panorama de los aficionados, quienes a pesar de estar habituados a un mono encaste cada vez más predecible y bajo de raza, supo valorar sus cualidades.
Las hubo de sobra en el segundo y el tercero, bravos ambos, lastimosamente desaprovechados por Humberto Flores y Víctor Mora, envueltos en un escándalo de latidos. Ni el honradote Humberto, con todo su bagaje, ni el disperso Mora, con su visión borrosa, lograron salir a flote en el epílogo del serial.
Ojalá que para la próxima temporada las figuras ultramarinas recapaciten y se convenzan de que sus éxitos tendrán más peso el día que los consigan con corridas que verdaderamente pongan a prueba sus sólidas tauromaquias. Igualito que en España.
Operado
Hace unos días le fue colocado un segundo bypass a Edgardo Meade, quien sigue siendo el apoderado del rejoneador Gastón Santos, para evitar una obstrucción de las arterias que irrigan sangre al corazón.
Durante la convalecencia de Meade, el experimentado banderillero Alberto Preciado se ha encargado de llevar los asuntos del caballista, quien por cierto se casará a mediados de año. Beto, máxima figura entre los subalternos mexicanos, se mantiene en excelente forma física a sus 60 años de edad. Deseamos al “Gallo” Meade una completa recuperación.
Lesión
Después de salir avante de tantos compromisos en las plazas con su característico pundonor, hace unas horas Jorge Gutiérrez sufrió una lesión importante jugando futbol. Está convaleciendo de un esguince en la parte posterior del muslo derecho que le dejó el sesenta por ciento del músculo completamente floreado. El dolor fue tan intenso que no pudo incorporarse. ¡Y debieron sacarlo a hombros, como en tantas tardes, sólo que sin la gloria del triunfo ante el toro!
Menos mal que Jorge está familiarizado con las muletas…
h.murrieta@diariorecord.com