El 28 de septiembre de 1919, hace precisamente 98 años, recibió la alternativa uno de los toreros importantes en la historia, como lo fue Manuel Jiménez "Chicuelo", ilustre sevillano que también en los ruedos mexicanos dejó huella de su profundidad y torería.
Manuel Jiménez es, de hecho, uno de los eslabones de importancia dentro de la evolución del toreo, un genio que brilló con luz propia más allá de la suerte de la chicuelina, por la que mayoritariamente suele ser recordado entre los aficionados actuales
Entre otras tantas, una de las aportaciones más reconocidas de Chicuelo al arte del toreo fue, de acuerdo con varios críticos, la ligazón. Para muestra, basta el botón de las series de naturales que endilgó al toro de nombre "Corchaíto", de Graciliano Pérez Tabernero, en Madrid, en la que quizá fue la faena más significativa de su trayectoria, obra cumbre bordada el 24 de mayo de 1928.
La tarde de su alternativa, que hoy recordamos a 95 años de distancia, tuvo verificativo en Sevilla. Chicuelo llevó como padrino al genial Juan Belmonte, mientras que el testigo fue Manuel Belmonte, ante ejemplares de la ganadería de El Conde de Santa Coloma. El toro de la ceremonia llevó por nombre "Vidriero".
Su confirmación madrileña fue el 18 de junio de 1920. Aquel día, tuvo por padrino a Rafael El Gallo, mientras que Juan Belmonte y Fortuna fueron los testigos, con toros de Duque de Veragua. Salió Chicuelo en volandas, dejando la impresión del camino que ya emprendía para llegar a ser la figura que fue.
En México, debutó el 7 de diciembre de 1924, en el Toreo de la Condesa, a lado de Victoriano Roger Valencia. Los triunfos en nuestro país cobraron consistencia en 1925 y, en ese mismo año, cuajó una de sus mejores faenas en territorio nacional, a un toro de Piedras Negras de nombre "Testaforte".
La Maestranza de Sevilla fue uno de los escenarios de sus más grandes triunfos, y donde cosechó cinco rabos a lo largo de su carrera. Es considerado, por críticos y diversos autores, como predecesor de la llamada Escuela Sevillana del Toreo, impregnada de gracia y salero.
Chicuelo se retiró el 1 de noviembre de 2951, en Utrera, Sevilla, y murió en Sevilla el 31 de octubre de 1967, heredando un legado para las generaciones posteriores y, que a través del tiempo, se mantiene intacto.