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Desde el barrio: ¿Quo vadis, PSOE?

Martes, 08 Ago 2017    Madrid, España    Paco Aguado | Opinión   
...con tal de arañar algunos de los cientos de miles de votos...

A los aficionados de toda España parecen haberles alarmado mucho las recientes declaraciones al diario El Mundo de Cristina Narbona, flamante presidenta del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en las que esta hija de escritor taurino asegura que "es solo una cuestión de tiempo que las corridas de toros desaparezcan". 

La señora debe de estar muy convencida de ello porque el entrecomillado es idéntico, letra por letra, a lo que dijo hace exactamente diez años, cuando era Ministra de Medio Ambiente del gobierno de Zapatero, durante la conferencia que impartió en la sede barcelonesa del PSC y en la que, para más inri, añadió que se sentía "profundamente avergonzada" de vivir en un país donde se mantiene esa tradición. 

Se vivía entonces en España el final del engañoso "boom" del ladrillo y se celebraban el triple de festejos taurinos que ahora, pero faltaban apenas cuatro años para que la facción socialista catalana pusiera la palangana a los independentistas que prohibieron las corridas en esa que dicen “nación”, como le gusta calificar también a Pedro Sánchez, secretario general de una formación política sumida en una absoluta crisis de identidad.

Esa y no la enésima declaración antitaurina de la presidenta -a quien quizá pese todavía haber tenido en Francisco Narbona un padre falangista que, en sus ratos libres como alto cargo de la prensa del Movimiento, escribía libros y artículos de toros-, esa, decía, es la verdadera amenaza real que suponen estos socialistas de 2017 para el toreo: la falta de criterio o la división de opiniones al respecto. 

Porque este partido que se ha partido en dos y se encuentra en pleno proceso de descomposición, es capaz de seguir hoy por hoy cualquier liebre que le salga al paso con tal de arañar algunos de los cientos de miles de votos perdidos en los últimos años, una vez que, como dijo Sánchez en el reciente 39 Congreso del PSOE, quieren “reencontrarse con la ciudadanía”.

Pero para eso solo le basta con mirar atrás dentro de su propia casa y comprobar que el que estaba realmente con los ciudadanos era aquel PSOE de los 80 y los primeros 90; el que trajo a España y a sus instituciones el verdadero cambio político; el que gestionó la esperanza y la inyección económica de la Unión Europea. El PSOE de González, de Guerra, de Leguina, de Corcuera, de Tierno… El PSOE de políticos con talento, vocación y preparación que ejercieron sus cargos sin prejuicios ni sectarismo.

Curiosamente, aquel PSOE fue el partido que redactó el reglamento taurino del 92 que sustituyó al rancio texto anterior, el que llegó a llevar en autogestión la plaza de toros de Valencia, el que le dio un giro decisivo a la explotación de Las Ventas, el que, desde la pionera iniciativa del ayuntamiento socialista de Madrid, alentó y extendió por todo el país la creación de escuelas taurinas de titularidad pública, el que encauzó las ayudas europeas a la ganadería de bravo, el que, desde ayuntamientos y diputaciones, defendió y reorganizó las tradiciones populares y sostuvo el auge del espectáculo taurino tras las transición política…

Aquel PSOE, sí, el de los doce millones de votos, el de las mayorías absolutas, el de la social-democracia, el más cercano a la gente, no solo no atacó sino que respetó la tauromaquia como parte fundamental de la cultura popular de la España de las autonomías, por mucho que la oposición criticase a Alfonso Guerra por usar un avión oficial para ir a ver a Curro Romero…

En cambio, el PSOE de hoy, el que desdeña los toros, el que reniega de esa seña de identidad de millones de españoles, es un partido, casual pero también significativamente, irreconocible después de una travesía del desierto en la que los nuevos cargos se han encargado de deshacer todo lo que hicieron a favor de los toros quienes les precedieron.

Porque si Rubalcaba, al menos, se encargó de traspasar por fin las competencias taurinas del Ministerio de Interior al de Cultura antes de su salida, sus erráticos nuevos compañeros se han dedicado en todo este tiempo a amparar y/o promover todas las prohibiciones y ataques que está sufriendo la tauromaquia en España, a la vez que han ido perdiendo votos a toneladas.

Es decir, que no hace falta que la presidenta y portavoz del PSOE abra la boca porque mejor que ella hablan los hechos de su partido, siempre por medio últimamente cuando, de una u otra forma, se trata de ir contra la Fiesta. Y, si no, ahí está la prohibición catalana, donde el cínico PSC, con el traidor David Pérez a la cabeza, dio por única vez en su historia libertad de voto a sus miembros en el Parlament, un puñado de los cuales fueron decisivos para que los nacionalistas se salieran con la suya.

Desde aquello a la patochada de la reciente ley balear, en la que los socialistas han llevado la voz cantante, ediles del PSOE han perpetrado, por ejemplo, el referéndum ilegal de Xátiva contra los toros, el cierre del museo taurino y la eliminación de subvenciones a la plaza de Valladolid o las amenazas a la feria de Alicante, al tiempo que no han movido un solo dedo contra el cierre nacionalista de las plazas de La Coruña y Vitoria.

Y eso por no hablar de la persecución implacable de los socialistas de la Diputación de Málaga al museo taurino del bueno de Juan Barco, al que, todo hay que decirlo, ha dejado a los pies de los caballos el mismo PP que le mandó llamar para, como afirmaron pomposamente, enriquecer la oferta cultural de la ciudad. O incluso de esa última memez contra las corridas de toros que han tuiteado las Juventudes Socialistas de la Región de Murcia, que ya da indicios de lo que piensan los cachorros del partido.

Cierto es que también hay mucha gente protaurina dentro de esta desnortada formación, como la recuperada Carmen Calvo, próxima pregonera de la Goyesca de Ronda, o los socialistas que gobiernan en comunidades tan taurinas como Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía –aunque ojo con las peligrosas posibles reformas del reglamento-, solo que actúan dentro de un partido también dividido en cuanto a los toros y en el que representan, precisamente, la facción que acaba de ser derrotada por los “sanchistas”.

Por eso mismo habrá que tener cuidado y no perder de vista las posibles tentaciones del nuevo secretario general, que, en su afán de gobernar a cualquier precio y buscar votos en un segmento social donde nunca los va a encontrar, acabará pactando, al tiempo que terminará de cargarse su partido, con esa izquierda radical que ni es izquierda ni es ná y que tiene entre sus urgentes objetivos salvapatrias el de desterrar las corridas de toros de esta “nación de naciones”. 

Que alguien haga ver al equipo del iluminado Sánchez, al que hace tiempo se le ve de venir, que con sus agónicos ataques a los toros no rascarán un solo voto de los seguidores de Podemos y sus variopintas confluencias, sino que perderán para siempre los de cientos de miles personas que forman esa mayoría silenciosa, sensata y respetuosa que gusta de ir a las plazas o de divertirse en los festejos populares. Y que, aunque sus prejuicios no lo conciban, también votaba al PSOE. 


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