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Diego Silveti convence y triunfa

Sábado, 10 Dic 2016    Ciudad de México    Juan Antonio de Labra | Foto: Checo Hidalgo          
Cortó una oreja al sexto de la tarde tras una magnífica estocada

La tarde había nacido torcida desde que Roca Rey se cayó de cartel, y pocas horas después con el cambio de encierro. Pero estas cosas pasan, y no queda más remedio que enmendarlas para tirar palante. Y como uno nunca sabe lo que va a pasar durante una corrida, y a veces las expectativas no son las mismas que existían en un principio, siempre cabe esperar lo mejor y ser positivos.

Y en ese hálito de esperanza se refugió la lidia del sexto toro, un ejemplar bajito, típico de esta casa ganadera, con el que Diego Silveti sabía que era imperativo convencer y conseguir el triunfo. Así que desde que se abrió de capote mostró una excelente actitud que reventó en el gran quite por saltilleras, atornillado en la arena, dándole ventajas al de Xalpa, que tenía dos pitones de mucho respeto, y al que parecía que esa buena condición inicial iba a durar hasta el final.

El planteamiento de comenzar la faena con un péndulo iba en consonancia con lo que apuntaba el toro, que galopó con franqueza en ese trepidante inicio de faena, pero instantes más tarde ya no quiso nada del torero de dinastía y terminó rajándose en las tablas.

Diego intentó sacarlo un par de veces de esa querencia hasta que desistió. Y fue ahí, en el terreno de tablas, donde le buscó las vueltas con recursos, para robarle pases de pecho y del desdén que le llegaron mucho al público. Si bien es cierto que no hubo faena, vamos, lo que se entiende por un trasteo largo o estructurado, ya que el toro no lo permitía, sí que hubo entrega y emoción.

La magnífica estocada con la que terminó su actuación, le granjeó la concesión de una merecida oreja que habla de ese reencuentro con el público capitalino, que vio con mucho agrado la disposición de Diego también delante del tercero, un toro deslucido, que acudía con la cara alta y arrollando, al que hizo una faena breve y esforzada.

Fermín Rivera cogió la sustitución del peruano y no desaprovechó la ocasión de mostrar su clasicismo con el toro que abrió plaza, un ejemplar negro, remiendo de la divisa de La Joya, que tuvo nobleza y permitió hacer el toreo bueno, aunque le faltó fuerza para que el trasteo hubiese llegado más alto.

El otro torero de dinastía del cartel se colocó bien, le dejó la muleta puesta en la cara, y le dio series de limpio trazo. Lo malo fue que malogró la faena con la espada, porque ya tenía una oreja en la espuerta.

El cuarto fue otro toro sin nada adentro, y cuando los toros no transmiten emoción alguna, ni para bien ni para mal, es imposible que el arte del toreo asome por ningún lado. El potosino se concretó a abreviar tras darse cuenta de las condiciones del ejemplar, al que despachó a los pocos minutos.

El Payo bosquejó detalles de ese regusto que ahora tiene para torear, sobre todo con el capote. Esas medias verónicas tan toreras fueron la mejor muestra de que sigue sintiendo el toreo con emoción y así lo expresa. Lástima que hoy no tuvo toros que pudieran colaborar si quiera un poco para redondear esas hechuras de torero bueno, por asentado y artista.

Al quinto le caminó con torería en el comienzo de la faena que duró un suspiro porque del de Xalpa se paró, de tal suerte que apenas con esos detalles que el queretano dejó sobre la arena, el público seguirá esperándolo, cosa buena para el futuro inmediato.

A ver mañana si los duendes bajan al ruedo de la monumental, y los toros de Teófilo Gómez responden, pues el cartel no tiene desperdició con un torero de antología, como es el caso de Morante, y otro de tal finura, como es Manzanares.

En medio de esos dos torerazos, ahí estará un joven tlaxcalteca que, como aparente convidado de piedra, tiene todo a su favor para consagrarse el lado de las figuras hispanas.

A la Temporada Grande le urge un repunte, en todos sentidos, y los elementos, en el papel, están dados par que así suceda. Nunca hay que perder la esperanza.

Ficha

Ciudad de México.- Plaza México. Primera corrida de la Feria Guadalupana y séptima de Temporada Grande. Unas nueve mil personas en tarde agradable, algo fresca hacia el final. Cinco toros de Santa María de Xalpa y uno de La Joya (1o.), correctos en presentación, variados de pintas y cornamentas, de los que destacó el 1o. Pesos: 528, 498, 510, 488, 499 y 469 kilos. Fermín Rivera (durazno y oro): Ovación y silencio. Octavio García "El Payo" (tabaco y oro): Silencio en su lote. Diego Silveti (blanco y plata): Silencio tras aviso y oreja. Incidencias: Sobresalieron en banderillas Ángel González y Héctor García, que saludaron.


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