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Tauromaquia: ¡Gora Pamplona!

Lunes, 18 Jul 2016    Puebla, Pue.    Horacio Reiba | Opinión   
La columna en La Jornada de Oriente

No hay en el mundo plaza como la de Pamplona. Llena a reventar a las ocho de cada mañana de sanfermines –para recibir a los toros de esa tarde, lanzados en desbocada carrera callejera desde los corrales del Gas--, volverá a alojar por la tarde a una multitud uniformada en blanco, pañoleta roja al cuello, bien provista de viandas y habituada a convivir con las ruidosas peñas de sol y bandas musicales que las acompañan para lanzar sus notas al aire mientras dure la corrida –y aun después-- sin darse tregua ni reposo. De modo que en los repletos tendidos se canta, se baila y se brinda sin descanso mientras llega la hora de la merienda, a la altura del cuarto toro, cuando sol y sombra comparten y consumen con gran contento delicias de la cocina local, indiferentes en apariencia a lo que sucede en el ruedo. La sensación, para los toreros, debe ser tan especial que reconocidas figuras decidieron pasar por alto la feria de San Fermín con tal de no lidiar con semejantes situación y público. 

Y sin embargo, esa misma enfiestada multitud es capaz de emocionarse con el toreo auténtico cuando éste se impone en el ruedo. Torero que se quede quieto y toree de verdad puede estar seguro de encontrar recompensa por parte de tan peculiar audiencia. Díganlo si no Luis David Adame, Roca Rey, Talavante o El Juli, sin perjuicio de que Hermoso de Mendoza o Leonardo Hernández hayan abierto también la puerta grande, y Castella y Perera –como Rafaelillo, Dávila Miura o Javier Castaño--, encontraran merecido eco en esos tendidos aparentemente desentendidos de la lidia. Si le dicen a usted que Pamplona tienen el paladar tan recio que allí sólo pueden alcanzar la condición de ídolos esforzados paladines del tipo Jesulín, Pepín Liria, Juanjo Padilla o inclusive nuestro Zotoluco --que en 2001 se alzó con tres orejas de sendos miuras, sin que se conozcan bien las razones por  las que jamás volvió a esa plaza--, recuérdeles que no fueron menos en el aprecio de los pamplonicas ni Fermín Armilla ni Manolete ni Antonio Ordóñez ni el primer José Tomás. Todo está en ir al toro sin dejarse sugestionar por el jaleo circundante, y entonces la recompensa, si se corresponde con el toreo verdadero, llegará puntualmente.

Luis David

El hermano de Joselito Adame fue el autor del primer chupinazo mayor de la recién concluida sanferminada. Fue en la novillada de apertura, 5 de julio por la noche. Como acostumbra, el hidrocálido dejó casi sin picar a sus dos utreros de El Parralejo y no desperdició embestida ni dejó ninguna dentro del encastado par de novillos. A la primera  oreja de la feria sumó las dos del jabonero "bejado" y la salida en hombros. Alternaba con Javier Marín, que cortó un apéndice, y el francés Andy Younés, algo verde y fallón con la espada, pero con marcada tendencia al toreo de cante grande.

Roca Rey

Él y López Simón eran los únicos anunciados dos tardes, pero el limeño descolló claramente –sobre las dos orejitas cobradas por el madrileño y sobre todos los demás—al sumar cinco orejas y dos puertas grandes más. Ni le importó el volteretón –con lesión escrotal-- que le causó "Pintor" de Fuente Ymbro nada más iniciada, de rodillas, su primera faena, luego de avisarle que temía un pitón derecho intratable. Se rehízo, con dolor pero sin aspavientos, y procedió a correrle la mano izquierda como si de un torito pastueño se tratara, sorteando coladas a base de quietud y mando antes de entregarse en una estocada alta y certera.

A la oreja de semejante pájaro añadiría las dos de "Soplón", éste sí propicio para la faena larga y templada que, sin abandonar su estilo dramático, imaginativo y quieto, terminaría cuajándole el peruano, al que este columnista consideró, desde Valencia, un caso aparte, impresión felizmente confirmada por Emilio Muñoz el miércoles 13, mientras Andrés se dejaba rozar por las astas de un “Bobito”, de Cuvillo, que de bobo no tenía nada. Otro faenón, pisando terrenos inverosímiles con aplomo de veterano y maneras de artista consumado. Y otra contundente estocada, volcándose sobre aquel par de pitacos con limpieza singular. Así que cinco orejas, doble puerta grande y un paso más hacia la cumbre.

Roca Rey consiguió, entre otras cosas, sacar a Castella de la insípida corrección que venía marcando su temporada. Obligado a emularlo, el francés bordó a "Jaranero", el 4o. de Núñez del Cuvillo y le cortó una oreja de ley, que habrían sido dos si mata a la primera. Esa tarde vimos a un Perera en plan de gran torero aunque desafortunado con los aceros. Sobresaliente su faenón a “Asustado”, el incierto 2o., al que dominó y templó como si fuera bravo; un descuido, una voltereta y el brutal golpazo consiguiente condicionaron su deficiente uso de la espada. Y también estuvo por encima del 5o., en faena de menos a más, valerosa y torera y de nuevo malograda al matar. En ambos saludó fuerte ovación.

El Juli

Un clásico de los sanfermines, sumó su salida undécima salida en hombros de los pamplonicas. Para "Desgarbado", 5o. de Victoriano del Río el día 12, el presidente ordenó una discutible vuelta póstuma. Julián lo había cuajado con absoluta autoridad, la mano izquierda como eje de una faena de alto calado premiada justicieramente con las dos orejas, como verdadero responsable de que al juez le haya parecido tan bueno un toro más bien ordinario, transformado en dócil colaborador por el abrumador dominio y el gusto por torear del madrileño, cuyo estoque cayó muy trasero pero resultó eficaz.  

Talavante

Si perdió la puerta grande culpa fue de su espada, incierta siempre al herir.  Había bordado la faena más pura del ciclo con un gran toro, “Decano”, 5o. del lunes 11. Ese día, los de Jandilla aunaron bravura y clase, y el extremeño se dio con ellos un verdadero agasajo, toreándolos por nota. Ya con el colorado “Levítico”, noble pero de poca duración, había aliado clasicismo a creatividad para cortarle la oreja. Pero con "Decano" daría una dimensión artística extraordinaria, apoyada en la mano zurda en tandas largas, de gran lentitud y temple inmaculado. Mató mal y aun así le hicieron dar la vuelta con mucha fuerza. Ha sido otra de las grandes faenas de Alejandro, a la altura de las de 2011.

Miuras y un juez con la brújula averiada

La célebre vacada andaluza envió su encierro número 50 a Pamplona. Y otro Miura –Eduardo Dávila— para despacharlo, al lado de Rafaelillo y Javier Castaño, dos especialistas. El presidente, en cambio, fue sobrepasado por el compromiso. El público lo abroncó porque se empeñó en desatender el clamoreo en demanda de sendas orejas para Castaño y Rafael, sobradamente merecidas, a miuras -- 3o. y 4o.-- con muchísimos gatos en la barriga. Aunque hubo uno, el entrepelado "Arenoso", primero del lote de Dávila Miura, que desmintió la leyenda y resultó pastueño y repetidor. Y el sobrino del ganadero lo aprovechó de cabo a rabo y le cortó la oreja, dueño de un sitio impropio en quien –con años en el retiro-- reaparecía a título excepcional. Volvió a estar bien con el 5o., pero ahí pasó apuros con los aceros y le tocaron dos avisos.

Entereza

La de todos los toreros, espadas y peonaje, dispuestos sin excepción a brindarse enteros en memoria del malogrado Víctor Barrio. Una lección de sana y viril torería particularmente notoria al día siguiente de la tragedia de Teruel. Enfrentados a una impropia torada de Pedraza de Yeltes, Curro Díaz, David Fandiño y Juan del Álamo en ningún momento se arredraron. La víspera, Curro había tenido que despachar a “Lorenzo”, de Los Maños, tras recoger de la arena el cuerpo exánime de su compañero. Y Del Álamo fue un constante rival de Víctor Barrio durante la etapa novilleril de ambos. Antes de que las cuadrillas, descubiertas, rompieran el paseíllo, la banda de la plaza hizo de il silenzio una interpretación memorable.

Tan admirable ese tributo al compañero como la valentía de Javier Jiménez la antevíspera, volviendo a la cara del complicado "Artillero", un colorado de Cebada con 650 kilos, que lo volteó brutalmente durante una faena entregada y de muy bien aire. Esa tarde, Pepe Moral confirmó que merece otro trato. Y el sábado 9, Juan Bautista anduvo ante los de Escolar como si fueran toritos comerciales. Lo premiaron con una oreja.

A la memoria de Vicente Reyes González "Gitanillo de la Virgen".


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