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Espectro taurino: Una radical incoherencia

Sábado, 16 Jul 2016    Ciudad de México    Jorge Raúl Nacif | Opinión   
El espacio de todos los sábados
Alegrarse por la muerte de un torero ya no solamente pone al mismo nivel la vida humana que la animal, sino que incluso coloca por encima a la segunda sobre la primera, lo cual no puede ser llamado de otra forma más que como una radical incoherencia.

Como bien dijo en alguna ocasión el filósofo Fernando Savater, la sociedad actual tiende a "humanizar al animal... y a animalizar al hombre". Esta sentencia queda como anillo al dedo al leer toda la sarta de estupideces de seres humanos que festejan la muerte de un semejante.

Aquellos comentarios pretenden argumentar que Víctor Barrio merecía morir porque mataba toros, como si la vida humana no tuviera una dignidad especial. Es increíble la forma en la que se defiende la vida animal en detrimento incluso de la vida de los seres humanos.

Esto es preocupante y entendemos mejor por qué el mundo está  peor. ¿Cómo va a ser bueno un mundo en el que cada vez importa menos la dignidad humana? Queda claro que, dando un nuevo sentido a la frase de Savater, si se humaniza al animal se termina animalizando al hombre. En otras palabras, los que "humanizan" terminan atentando contra su propia dignidad.

Tantos niños de la calle, tantas injusticias, hambre y guerras... como para perder el tiempo metiéndose con las corridas de toros, que lejos de ser germen de violencia (como creen algunos ignorantes), son manifestación de la cultura que las "modernas" ideologías anglosajonas pretende extinguir.

Resulta alarmante el desprecio por la vida humana, prenda de una sociedad de pacotilla en la que vivimos. Con esto no queremos decir que la vida animal no valga, sino que hay que colocarla en su justa dimensión y no atribuirle aspectos que, de facto, no posee. En este sentido, por supuesto que hay que cuidar y respectar nuestro entorno y la preservación de la fauna.

Y si de verdad a los antitaurinos les importan tanto los animales deberían informarse mejor de lo que es y representa el toreo, pues gracias a la Fiesta se mantiene viva una especie que, de no ser por ese cuidado y preservación de los ganaderos de bravo, ya no existiría.

Se preocupan más por los individuos (como si fueran personas) y no por lo verdaderamente importante en el reino animal, que son las especies. Pero si de individuos hablamos, son muchos más los ejemplares que no se mandan a una plaza y son sostén de las ganaderías, y además aquellos que mueren en el ruedo llevan una vida extrema en cuidados y atención.

Lo anterior sin olvidar la maravilla del espectáculo taurino y la manera tan digna en la que mueren los animales bravos, cumpliendo con su objetivo de crianza y ese instinto que les lleva a la lucha, aunque los que ignoran las características reales del toro de lidia piensen lo contrario.

La muerte de Víctor Barrio vuelve a recordarnos la grandeza del toreo, en el que un hombre verdaderamente se la juega con pos de una creación. El espada segoviano se ha convertido ya en un referente obligado. Descanse en paz.


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