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Espectro Taurino: Equilibrio y reciprocidad

Sábado, 26 Mar 2016    México, D.F.    Jorge Raúl Nacif | Foto: Archivo   
La columna de todos los sábados
Desde nuestra particular óptica, y a pesar de ser un tanto a destiempo, creemos que Joselito Adame hizo bien en no aceptar participar en Las Ventas de Madrid, dentro de la Feria de San Isidro, debido al poco relieve de los carteles en los que se anunciaría en la plaza más importante del mundo.

Y es que Joselito ha tragado durante varias temporadas, dando la cara en plazas de todas las categorías y demostrando una determinación férrea. Además, el mexicano ha salido triunfador de casi todos los lugares. No olvidemos que ha tocado pelo en sitios como la Maestranza de Sevilla, en Bilbao y en Madrid mismo, donde a decir verdad le han negado la Puerta Grande.

Son solamente los toreros los que pueden y deben hacer respetar su trayectoria. Estamos convencidos que Joselito Adame ya merece algo más, precisamente porque, podrá gustar o no gustar su tauromaquia, son años de justificarse dando lo mejor de sí mismo, triunfando y regando su sangre, tanto en México como en Europa.

Lo anterior nos lleva nuevamente a la reflexión de la tan consabida reciprocidad, término que sigue todavía sin manifestarse a cabalidad con los toreros mexicanos que valen. Y ésta nos es solamente por parte de los empresarios, sino también de los toreros europeos que muchas veces no quieren alternar allá y, en general, el sistema taurino.

Aunque varias empresas europeas, como la de Madrid misma, han dado espacios a toreros mexicanos en sus ferias durante los últimos tiempos, otorgando puestos de trabajo como hace muchos años no sucedía, continúa sin existir una verdadera reciprocidad, sobre todo tomando en cuenta la forma en la que se trata en México a los toreros españoles.

Quizá el error por parte de la Fiesta en México es abrirle la puerta de par en par a los diestros europeos y permitir que "hagan y deshagan", adueñándose de la situación, violando reglamentos y decidiendo todo cuando sucede, incluyendo el "toro chico y billete grande".

Nos parece que esto debería sin duda de cambiar, aunque no es fácil, sobre todo con aquellos toreros que son base de carteles y hacen las entradas en una plaza de toros. Más allá de esto, nos parece privativo poner un límite.

No estamos diciendo que "fuera" a los extranjeros; en lo absoluto. Más bien hablamos de un equilibrio en todos los sentidos y, sobre todo, que el tema sea un poco más recíproco en Europa con aquellos toreros mexicanos que han demostrado valor y categoría, y con quienes las figuras españolas sí quieren torear de este lado del Atlántico.

Aunado a lo anterior, hay toreros nacionales que merecen mayores oportunidades y que a veces no les son otorgadas por preferir poner a un extranjero, aunque éste sea de poca monta. El mexicano no deja de ser "malinchista" en algunos ámbitos de la vida, no cabe duda.

Ahí está por ejemplo un Juan Pablo Llaguno, que en la pasada Temporada Grande de la Plaza México dio una nueva muestra de su valía como torero. Sin embargo, pasan las semanas y el joven torero queretano no tiene ni un contrato en su agenda, condenado a la no oportunidad.

Naturalmente que el deseo es que todo esto llegue a cambiar un día, aunque no es nada sencillo. Quitar un vicio, en cualquier ámbito de la vida, resulta harto complicado. No obstante, habría que comenzar a sentar las bases para lograr un mayor equilibrio.


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