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Desde el barrio: La que se avecina

Martes, 09 Feb 2016    Madrid, España    Paco Aguado | Opinión   
La columna de todos los martes

Mientras la Temporada Grande de la México llega a su fin a golpe de decepciones y golpes aislados como el de Sebastián Castella, la temporada española comienza a latir en Valdemorillo y, hoy mismo, con la presentación de unos carteles que le devuelven la categoría a la Feria de Sevilla. Pero, con la que está cayendo fuera, es más sensato que dejemos por un momento los asuntos internos y pongamos la vista en la preocupante situación que se nos avecina.

Y es que el toreo sigue al tran-tran, como si nada estuviera pasando, justo cuando el cambalache político en España está a punto de convertirse en mucho más que una amenaza para la fiesta de los toros, sino en un ataque declarado y masivo del poder de cara a su prohibición. De tal forma que, de producirse el pacto entre el desnortado Pedro Sánchez y el "orientado" Pablo Iglesias, bien podremos decir, a tenor de los documentos sobre la negociación que ya circulan por ahí, que más tarde o más temprano estará al caernos el golpe de puntilla.

En esta finca sin guarda por el momento, la veda contra los toros está más abierta que nunca. Y son varios los flancos por donde nos llegan los tiros, entre ellos el de Baleares, donde la prohibición de las corridas parece inevitable ante las alianzas de los partidos que se dicen de progreso y son más bien de retroceso hacia viejos usos fascistas. Pero todo parece indicar que el ataque más duro e intencionado va a producirse por el flanco madrileño, donde Carmena y sus secuaces animalistas estarían preparando una soterrada estrategia para boicotear la Feria de San Isidro.

Hace ya varias semanas que se viene rumoreando que el ayuntamiento de Madrid, que el PSOE dejó en manos de estos paladines de la intolerancia, podría intentar el cierre de Las Ventas alegando que el edificio, aunque reconocido en el patrimonio histórico, incumpliría la normativa de espectáculos públicos, en lo referente a las medidas de seguridad, dimensión de  los asientos, anchura de accesos y demás exigencias para las que sí tiene competencias sancionadoras el gobierno municipal.

La Comunidad de Madrid, propietaria de la plaza y en manos de los contrincantes políticos del Partido Popular, podría estar alerta acerca de lo que sería una declarada agresión, despojados ya de caretas, por parte de un equipo municipal que, en vez de solucionar los ya existentes, parece únicamente obsesionado en crear problemas donde no los hay. Y en generar confrontaciones entre los madrileños a través de un inexplicable pero obseso revanchismo que gestionan con la misma fórmula con la que la maquinaria chavista impone sus prohibiciones en Venezuela.

Y por si había dudas, ha bastado con dejar pasar unas semanas para hacer sospechar que los rumores pueden ser más que ciertos, en tanto que el mismo ayuntamiento podemita se ha encargado de presentar a bombo y platillo la declaración de Madrid "Capital Animal", una jalada más que, curiosamente, tendrá lugar entre los días 12 de mayo y 12 de junio, coincidiendo plenamente con la Feria de San Isidro.

Esta clara provocación, que podría complementarse con ese posible cierre de Las Ventas, incluye actos enfocados sobre todo al antitaurinismo y el regalo a los ciudadanos de banderitas y chorradicas varias para hacer valer el que llaman "orgullo animal", igual que unas semanas después volverán a invadir la capital con los actos del orgullo gay.

Es decir, que la torticera declaración animalista de la lunática señora Carmena le costará a los madrileños un buen dinero, que tanta falta hace para otras partidas verdaderamente necesarias y urgentes de la ciudad, simplemente por el afán de unos cuantos trastornados por acabar con un evento que durante un mes seguido de corridas genera en todo Madrid, y no sólo en la plaza, unos ingresos calculados en torno a los sesenta millones de euros.

Así están las cosas hoy por hoy en el manicomio político español, donde las corridas de toros son el objetivo a batir por el inmenso negocio animalista que sufraga a sus ejecutores, al tiempo que el mundo profesional sigue divagando en la Babia de su propia incapacidad, sin una mínima reacción contundente mientras el reloj y las evidencias siguen corriendo en contra. Y más nos valdría espabilar de una puta vez, porque está a punto de caernos la del pulpo. 


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