Un imponente triunfo consiguió el matador de toros Andrés Roca Rey en la tarde de su presentación en ruedos ecuatorianos, la tarea del joven lidiador peruano se saldó con la obtención de cuatro orejas y un rabo al cabo de dos estupendas faenas en las que hizo gala de una personal tauromaquia que cautivó al público que sorprendido primero y emocionado después, asistió al nacimiento de una nueva figura del toreo.

En su primero, tercero de la tarde ya obtuvo el doble trofeo en una variada faena condicionada por las menguantes características de su oponente; sin embargo, con el sexto de la tarde Roca Rey armó el alboroto al ejecutar una faena completa. 

Lentas y cadenciosas verónicas antecedieron a un variado quite con el capote en la espalda; la nobleza y prontitud del toro fueron aprovechadas al máximo con la muleta desde los estatuarios iniciales a las repetidas y ajustadas series por los dos pitones en las que se intercalaron los trincherazos, cambios de mano, pases cambiados y una monumental arrucina que reventó en el graderío enfervorizando a los aficionados que se volcaron con el torero y reclamaron el indultó de la res.

Al final toreó al natural con la mano derecha antes de cobrar una estocada entera que le aseguró los máximos trofeos y el homenaje de la vuelta al ruedo al toro de Vista Hermosa. Fue sin duda el debut soñado para un diestro llamado a convertirse en figura de época.

El torero ecuatoriano Juan Francisco Hinojosa paseó una oreja del cuarto de la tarde como justo reconocimiento al conjunto de una correcta actuación en la que primaron la voluntad y sus buenas maneras en especial al torear a la verónica con el capote y en pulcros derechazos con la tela roja, templadas le resultaron las tandas rematadas con elegantes pases de pecho, su oponente se paró muy pronto e impidió que la labor del coleta adquiera mayor dimensión. 

El mexicano Joselito Adame rozó el triunfo pese a que sorteó un lote de menores prestaciones que sus alternantes; tuvo buen tono la faena a su primero con base en la mano diestra, series que condimentó con trincherazos y muletazos del desdén. Tras un pinchazo consiguió una estocada en buen sitio que confirmó el corte de una oreja. En su segundo de muy poca duración porfió el toreo con paciencia y oficio para escuchar una ovación tras pinchar con el acero.