Ya van goteando noticias sobre los carteles de las primeras ferias de esta nueva temporada, que confirman lo que todos esperábamos: que la campaña de 2016 va a contar con el protagonismo de los toreros jóvenes. La apuesta por esa necesaria renovación del escalafón que hace tiempo todos reclamábamos, se va a concretar por fin con la presencia constante de muchos de esos nombres que ayudarán a refrescar combinaciones e ilusiones.

Tanto es así que incluso Simón Casas se ha decidido a echar el resto y anuncia para Valencia dos mano a mano de lo más llamativo en esta nueve tendencia, los que enfrentarán en Fallas a López Simón con El Juli y al peruano Andrés Roca Rey con Alejandro Talavante. Es decir, la pareja más cantada de entre los "renovadores" frente a dos de las figuras más consolidadas del escalafón.

Ambos duelos se antojan, en principio, apasionantes, porque ayudarán a remover la plácida comodidad de que disfrutan los consagrados, obligados ahora a una reacción contundente, pero también pondrán a prueba, otra vez más, la capacidad de los nuevos para sostener su proyecto en un reto al máximo nivel. Y es que para ganarse un sitio al sol en el toreo no basta sólo con hacer una buena temporada aprovechando el viento a favor de la novedad.

La cuestión es, y esa es la parte más positiva de la noticia, que parece que vuelve a renacer la bendita competencia, esa rivalidad y esa tensión sobre la arena que la afición será la primera en agradecer. Pero, puestos a pedir, sería mejor que tales oportunidades a gran nivel no se limitaran únicamente a un par de toreros sino a toda la baraja de aspirantes con méritos acreditados y que se mantienen a la expectativa.

Porque, a tenor de los rumores que se escuchan en torno a la confección de esas primeras ferias, la impresión es que los holdings empresariales más poderosos ya han extendido sus tentáculos para controlar también este asunto de la renovación. De manera lenta pero inevitable, con la absoluta tranquilidad y confianza que da tener la llave de la sala de mandos, el poder mueve sus fichas para que, con unos o con otros, con veteranos o noveles, todo siga igual en sus dominios.

Y más aún en un año, como decíamos la pasada semana, en el que conviene no dar pasos en falso para no perder posiciones en el asalto al centro de control más importante del toreo: la plaza de toros de Las Ventas, que saldrá a concurso allá por el próximo otoño.

Les conviene así que nadie se salga del redil, que no haya sobresaltos, que no haya toreros ni apoderados que se desmanden ni que nada les altere mínimamente los planes y alianzas que ya van pergeñando para hacerse con el negocio venteño. Así que, renovación sí, pero sólo con aquellos jóvenes que ya han entrado bajo su tutela.

Y así, mientras que ya se conoce la confección de esos dos atractivos mano a mano, en cambio no se sabe aún si también estarán en Fallas Garrido, Fortes o Del Álamo, que, independientes y triunfadores, también se han ganado una buena atención de las empresas. Es evidente, y quizá esa sea mejor noticia de lo que pueda parecer, que en los carteles de las ferias, entre los consagrados y los aspirantes, no va a haber huecos suficientes para tantos toreros con interés, pero mejor es que no los hubiera para muchos de esos otros que hace tiempo que lo perdieron y que, apuesten doble contra sencillo, seguro que va a estar anunciados.

Otra cosa será lo que suceda en el ruedo con estos, de momento, ilusionantes toreros de la nueva generación, y especialmente con algunos por los que parte de la prensa está echando exageradamente las campanas al vuelo antes de tiempo, colocándoles en el Olimpo de las primeras figuras cuando aún son más promesas que realidades.
Les convendría esperar un poco más antes de darse a la verborrea de su típicos cánticos pedantes y pomposos, no sea que, a la hora de la verdad, esas "Grandes esperanzas", como en la novela de Dickens, acaben yéndose por el sumidero del olvido y la decepción.