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Jaime Martínez triunfa el día de su alternativa

Domingo, 25 Oct 2015    Pachuca, Hgo.    César Montes | Foto: Juan Cervantes         
Oreja y oreja, en una tarde soñada

Grata impresión causó el recién alternativado Jaime Martínez, en lo que ha sido el cerrojazo de la Feria de San Francisco de Pachuca, con el corte de dos orejas, que lo condujo a salir a hombros.

El nuevo matador de toros, oriundo de Badajoz y que ya llevaba tres años en nuestro país buscando abrirse camino, se ha convertido en el segundo matador español en tomar la alternativa en la historia del coso pachuqueño, y el octavo en la estadística.

Si bien es cierto que los toros debutantes de Felipe González tuvieron las cualidades para el toreo, no terminaron de rematar algunos, y es que, por otro lado, aunque los hubo cinqueños, varios de ellos eran terciados, apenas justos de presentación.

Decíamos, Jaime Martínez no pudo tener una mejor tarde que ésta de su alternativa como lograr triunfar. Su primero fue un cárdeno claro un poco cariavacado, al que toreó bien a la verónica pero doblando las manos la res. Lo cuidó entonces en varas, y luego quitó por chicuelinas.

Inició su labor doblándose con el astado, para después, con reposo, buen gusto y temple, correrle la mano a un burel que tuvo calidad y fijeza, pero que por la justeza de fuerzas no terminaba completa la acometida, y, casi al final del trasteo, acabó por echar la cara arriba y desentenderse de lo que tenía enfrente. Hubo adornos también con buen gusto, que calaron en la buena asistencia en los tendidos. Cobró una estocada apenitas trasera, por lo que se pidió con fuerza el trofeo.
Su segundo perteneció al hierro de Torreón de Cañas, un ejemplar alto al que lanceó bien con el percal, y con la muleta, nuevamente estuvo entonado. Se le vio oficio, regusto de hacer las cosas, entendiendo muy bien a la res, por lo que aprovechó las buenas condiciones del animal, que tuvo un punto de temperamento y suficiente transmisión.

Hubo tandas de ayudados largos, bien rematados con los de pecho, que también fueron largos, obteniendo una importante respuesta del público. Dejó una estocada con habilidad, y nuevamente se pidió la oreja, con fuerza.

Quién le siguió en el triunfo fue el joven Antonio Lomelín, que con el segundo de su lote logró conectar con el público, primero al interpretar dos mandiles con el percal, y después un quite por chicuelinas.

Con la muleta realizó una faena en la que destacó la voluntad y el aseo, ante un astado que siguió el engaño con fijeza, pero que por momentos tardaba en repetir, siempre buscando el torero agradar e hilvanar los pases, algunos buscando la manera de alargarlos, para darle dimensión a una faena que gustó al público. Lo mató de forma certera, pidiéndose con fuerza una oreja, y cierta petición para la segunda, que no se concedió.

Su primero, con el hierro de Pilar Labastida, fue un sustituto de un toro que en el entorilamiento se despitorró. Era un astado alto, corniapretado y astifino, al que paró y lidió de salida Fernando García, jugándosela porque el animal acometía descompuesto y muy violento, indefinido. En ese tenor, Lomelín mejor esperó a que salieran los picadores, y fue donde se produjo un desorden de lidia, que le siguió en el cuadro el tercio de banderillas.

Así, el torero apenas tomó la muleta y abrevió, lo que la gente le reprochó, encrespándose, pues esperaba ver que cuando menos el diestro intentara algo, mostrar que realmente la res no pasaba y que no era apto para hacerle el toreo, quedando en incógnita porque, es cierto, a esas alturas, mal o bien, la res terminó por humillar. Como falló con el acero, acrecentó una bronca e inconformidad en el respetable.

Decidió entonces regalar un octavo toro, que durante la semana había sido rechazado por la autoridad por estar chico, por lo que de salida hubo alguna que otra protesta. El animal tuvo fijeza pero luego se quedaba corto en el viaje. A base de insistir, le extrajo algunos muletazos estimables. Adornos y un desplante epilogaron el trasteo, en esta ocasión fallando con el acero.

Por su parte, el padrino de alternativa, Pablo Samperio, acusó la falta de torear. Su primero, un castaño de Torreón de Cañas, fue encastado y emotivo, y tras una serie de verónicas de saludo, que gustaron a la concurrencia, vino el enojo del público luego de que el picador le diera un duro castigo a la res, mermándolo, pero sacándolo adelante su bravura.

El torero intentó hacer las cosas pero no siempre le salieron. El animal tuvo calidad, emotividad, repetición cuando se le tomaba la distancia correcta, pero al final diluyéndose el trasteo. Lo mató de estocada caída y hubo algunas palmas, que se escucharon más en el arrastre del toro.

A su segundo lo recibió con una larga de rodillas en los medios, y de pie unas chicuelinas que hicieron entusiasmar al público. Lo llevó por tapatías al picador, y por poco se lleva un susto. Con la muleta, teniendo a su favor el público, realizó un trasteo en la voluntad de agradar, pero a la que le faltó consistencia para remontar, ante un toro que de igual manera, embestía con fijeza y calidad. En esta ocasión lo despachó al segundo viaje, haciendo muerte de bravo la res. Salió al tercio luego de escuchar un aviso, porque el animal tardó en doblar.

Abrió el festejo el rejoneador hidalguense Leonardo Zatarain que se las vio con un buen astado, pronto y con celo, al que lidió bien, rodándose en los medios, dejando dos rejones de castigo. En banderillas clavó dos banderillas a la tira, pero viniendo un mejor momento cuando con “Muñeco”, su jaca estrella, se llevó la actuación el caballo; en lomos de él clavó dos banderillas más, pero sobre todo la última de éstas fue la que sobresalió, de frente y al estribo, entregándose el público con el jinete.

Los Forcados Hidalguenses protagonizaron una pega al primer intento, en la que el forcado de cara, Alberto López, le peleó a la res, pues luego de que parecía que se había “chispado” de la reunión, en el suelo siguió asido a la cabeza, hasta consumar la suerte.

Zatarain, luego de la pega, cuajó un buen par a dos manos en los tercios, pero dejando una estocada muy defectuosa con el rejón mortal, por lo que sólo salió al tercio.

Al final del festejo, el toro despitorrado lo lidió Jaime Martínez, y nuevamente estuvo bien, ante un toro con importante contenido, y al que mató bien.

Ficha
Pachuca, Hgo.- Plaza "Vicente Segura". Tres cuartos de aforo (unas 8 mil 500 personas), en tarde de temperatura agradable. Cinco de Felipe González, desiguales en presentación y juego; dos de Torreón de Cañas (3o. y 7o.), buenos, y uno de Pilar Labastida (4o.). Pesos: 480, 485, 500, 465, 445, 470, 520 y 420 kilos. El rejoneador Leonardo Zataraín: Ovación. Pablo Samperio (frana y oro): Palmas en su lote. Antonio Lomelín (azul añil y oro): Pitos, oreja y palmas en el de regalo. Jaime Martínez (nazareno y oro), que tomó la alternativa: Oreja y oreja.  Incidencias: Al término del festejo, Jaime Martínez toreó y mató a puerta cerrada un toro que se despitorró, de Felipe González. El toro del doctorado llevó por nombre "Pulqueño", número 306 y con 485 kilos. Destacó el picador Daniel Morales. Los Forcados Hidalguenses fueron ovacionados.


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