Los tres espadas del cartel trataron de resolver la papeleta de la mejor manera posible hoy en Zacatecas, donde el escaso juego de los toros de Pozo Hondo no minó su afición, sino que los acicateó a esforzarse a fondo para tratar de obtener los resultados más beneficiosos.

Y si al final no hubo más orejas en sus espuertas fue, en buena medida, porque no estuvieron finos con los aceros, especialmente Arturo Saldívar y Diego Silveti, que merecían haber conseguido trofeos.

Sólo el sevillano Pepe Moral se llevó una solitaria oreja tras una faena de gran pulso e inteligencia, en la que echo mano de variedad y recursos para aprovechar al mejor toro de una tarde cuesta arriba. Y a base de colocación y temple, el alumno del maestro Manolo Cortés, engarzó naturales asentado y torero, gustándose y gustándole a la gente en la tarde de su debut en este escenario.

El final de faena, sin espada de por medio, toreando "de ida y vuelta", se despatarró con magnífico oficio y reciedumbre antes de abrochar la obra con unas manoletinas de la que una fue andado. Sí, literalmente al paso, barriéndole los lomos al toro, que es se paró a mitad de la suerte, para salir garbosamente del embroque.

A la hora de perfilarse colocó una estocada eficaz y así llegó a sus manos una valiosa oreja que mostró orgulloso en la vuelta al ruedo, después de haber dejado una magnífica tarjeta de presentación y de cara a su próxima comparecencia en la feria, programada el próximo domingo.

Al primer toro de su lote, que abrió plaza, lo toreó con oficia y abrevió luego de una faena valiente en la que le tapó la cara en todo momento, pues el de Pozo Hondo arrollaba sin fijeza.

Arturo Saldívar se aplicó de veras con el segundo, que fue muy violento y complicado. El hidrocálido el hizo una faena maciza y solvente, con un gran sitio y conectó con la gente. Le tenía cortada la oreja, sin duda alguna, pero no pudo redondear con el acero.

Delante del deslucido quinto hizo una faena brevísima en virtud de que anunció el ragalo de un sobrero de San Isidro, chico, pero muy dócil y con calidad, al que toreó suavemente por ambos pitones en una faena de terciopelo, con interminables dosantinas de bella factura, y una pasmosa seguridad. Cuando tenía el triunfo en las manos colocó una estocada tendenciosa, en una clara muestra de que, por desgracia, ha perdido el tranquillo con la espada.

Diego Silveti también hizo una faena de buen corte al sexto, que parecía iba a romper con más entrega en su muleta. Y si los estatuarios del inicio tuvieron donaire, los redondos tuvieron trazo largo y calidad. Pero una vez más, el posible corte de un apéndice se esfumó con el acero.

Con el tercero del festejo, cuya muerte brindó al maestro César Rincón, estuvo esforzado ante un ejemplar que terminó huyendo de la muleta. La gente le agradeció su voluntad de agradar en una tarde de toreros, en la que fallaron los toros.