Hay ocasiones que en una corrida no todo puede ser alegría y arte, faenas redondas o triunfos clamorosos. Sin embargo, para esas tardes aciagas, en las que los toros no aportan esa cuota de emoción para que los toreros puedan transmitir su sentimiento al tendido, el oficio se convierte en el mejor aliado para sacar las cosas a flote.

Y con una actitud a favor, como la que hoy desplegaron Alejandro, Juan Pablo Sánchez y Arturo Saldívar, se puede conseguir un resultado estimable, como fue el que lograron los toreros mexicanos del cartel al cortar sendas orejas a los toros corridos en segundo y tercer lugar, respectivamente.

Así que es preciso apuntar la voluntad de triunfo que desplegaron, porque también Talavante hubiese obtenido un apéndice de haber estado fino con la espada, ya que al toro que abrió plaza, que tuvo un buen pitón izquierdo, le dio magníficos muletazos en los que empleó con gran sutileza el pico de la muleta para sacarlo por debajo de la pala del pitón.

A tono con esta suavidad, Sánchez hizo una faena muy torera, por su temple y colocación, a un toro noble, reunido y armonioso, que embistió muy despacio. Y fue con su pulso de oro como lo metió en vereda, en muletazos tersos que caldearon el ambiente. Una estocada ejecutada con decisión, le pusieron en las manos ese trofeo que viene a reconfortar su esforzado paso por la feria.

Otro tanto hizo Saldívar al tercero, al que consintió mucho hasta que el toro se paró. Y entonces, aquella primera faena, de trazos asentado, abriendo el compás y toreando con  ritmo, dieron paso a la raza para salir airoso del compromiso.

Un ajustado final por bernardinas, de las que resultó trompicado, fueron el mejor epílogo a una labor entregada que fue premiada con un apéndice, luego de colocar una estocada que hizo doblar al toro con prontitud.

Hasta ese momento de la corrida se podía mantener la ilusión porque la tarde se fuera para arriba, pero al final los toros no ofrecieron mayores posibilidades de lucimiento –incluidos dos de regalo, de los que el octavo fue más potable– y el entusiasmo de la gente fue languideciendo a la par que la tarde, a pesar de que la terna seguía en su empeño por agradar.

Vamos a ver si mañana el encierro de Mimiahuápam devuelve el entusiasmo al ciclo sanmarqueño, ahora que Morante se dio un baño de alegría en el evento con los niños hidrocálidos, ahora que va alternar con otros dos toreros jóvenes mexicanos –El Payo y Diego Silveti– que, seguramente, saldrán a hacer lo suyo. Esperemos que así sea. El entusiasmo de la gente y la feria se lo merecen.