Cayó de pie Leo Valadez al debutar como novillero en la plaza monumental de su tierra y dejó constancia de la ardua preparación que, desde que era un niño, ha llevado en España, manifestándose como un torero con sello y un magnífico carisma, cualidades que pueden catapultarlo a un sitio importante.

Una oreja le cortó al primero de su lote, novillo muy cuajado -como todo el encierro de Marrón- y que tuvo alta dosis de transmisión y casta. Siempre con quietud en las zapatillas, Leo planteó las cosas con serenidad, emocionándose para hacer emocionar a los aficionados que se dieron cita en lo que fue un festejo muy entretenido.

En esta tesitura y acertado en los toques, endilgó muletazos con empaque sin dejar de lado adornos muy toreros, como el trincherazo y el desmayo en el trazo de la firma, para rematar toreando estoicamente por alto. En estupendo sitio la estocada con la que finiquitó su labor y paseó una oreja ganada con todas las de la ley.

El sexto de la tarde, un novillo hondo y bien rematado, se tornó incómodo y punteaba. Valadez se afanó en sacarle partido, estructurando una faena de ideas claras y en la que brillaron algunos momentos con la muleta en la mano diestra, pero sin que el trasteo reventara.

Ginés Marín, que es de los novilleros punteros en España, brindó una actuación de matices, destacando el temple que tiene en sus muñecas. Trazos limpios y largos eslabonó delante del primero de su lote, un toro con clase y movilidad, sentado en los riñones y acoplándose. De no pinchar, pudo haber tocado pelo.

Su segundo tuvo alta dosis de calidad, aunque muy poquita duración y no estaba sobrado de fuerza. Sin llegar a redondear, su faena contó con pasajes de muy buen acabado pero, no conforme con lo realizado hasta el momento, determinó regalar un novillo.

Éste fue de Teófilo Gómez y resultó un claro ejemplo de lo que es el toro nacido y criado en estas tierras, ya que fue un dechado de clase y temple. Y aunque si acaso le hizo falta un punto de transmisión, Ginés cuajó muletazos de mucho empaque por ambos perfiles, sintiéndose a gusto, aunque alargó un poco de más el trasteo. A la postre falló a espadas y todo quedó en palmas.

No hubo suerte para José María Pastor hoy en la Monumental. El primero de su lote embestía desacompasado y poco a poco fue tocándole las teclas el torero hidrocálido, pues requería mucho pulso y temple. Así, dejó momentos que le fueron coreados, además de cubrir con esfuerzo el segundo tercio, sufriendo un susto mientras toreaba de muleta.

De nuevo colocó los palos a su segundo, ejemplar que muy pronto se quedó parado y que ofreció escasas opciones de lucimiento. Pastor, tesonero y afanoso, acortó distancias para conseguir caldear los ánimos, pero el tema no pudo ir a más.

De esta forma tuvo verificativo la novillada matinal en Aguascalientes, festejo que antecede a la encerrona que por la tarde-noche protagonizará Joselito Adame.