José Mari Manzanares demostró que está muy mentalizado para triunfar en este año en Sevilla, y hoy consiguió su primer objetivo al cortar sendas orejas a un lote sumamente complicado, compuesto por dos toros con genio delante de los que no le tembló la mano.

Y ese cariño del público fue correspondido con valor y entrega, en una actuación plagada de pundonor torero en el que el hijo del maestro alicantino enseñó esa otra faceta de su toreo, el de la raza y la técnica para desentrañar las embestidas de dos toros que exigieron mucho.

A base de esfuerzo y actitud, se plantó con mucha firmeza en faenas de corte similar en las que debió emplearse a fondo, con inteligencia, para que ningunos de los toros le despegara las zapatillas de la arena. Y el publico comprendió que lo suyo iba en serio, así que no tuvo reparos en esperar a que alargara dos trasteos que remató de formidables estocadas.

La contundencia de José Mari se hizo presente hoy en La Maestranza, donde esta tarde dio un puñetazo de autoridad y se convirtió en el primer gran triunfador de un ciclo que está viviendo pasajes interesantes a cargo de toreros de muy diversa condición y estilo.

Enrique Ponce sorteó un lote sumamente deslucido y no le quedó opción que desplegar sus amplios conocimientos de los terrenos y las distancias. El maestro valenciano buscó conectar con la gente, pero la falta de casa de los ejemplares se lo impidieron. Destacó su faena al segundo, al que le sacó muletazos de mérito, pero sin que aquello terminara de romper debido a la falta de fuelle del toro.

El toricantano, Lama de Góngora, dejó algunos detalles sueltos de temple y buen gusto con el toro de la alternativa, otro ejemplar descastado que llegó a la muleta con mucha sosería. El sexto, que apuntó cosas buenas de salida, no acabó de romper y el chaval tuvo que sacar la casta, metido en las tablas, en una labor valiente que al final fue reconocida por el público.