Las Fallas de Valencia son, con permiso de los castellonenses, la primera gran cita de la temporada. Esta vez reunían un elenco prometedor, con presencias que Sevilla ha escamoteado y hierros a tono con las exigencias de los mandones (es decir, encierros más bien apañaditos que descarados).
Clima más cercano al Mar del Norte que al Mediterráneo, y sin embargo la gente respondió y el viejo coliseo de la calle Xátiva se vio muy animado. Animado en todo sentido: público numeroso y además dispuesto a hacerle honor al talante distendido y alegre de la Valencia de siempre.
De esa combinación ha salido un puñado de corridas triunfales y alguna francamente triunfalista. Lo esencial es que en todas se vieron cosas interesantes, y se confirmó que cuando la gente alienta a los toreros éstos andan a gusto y dan la nota más fácilmente. Ya vendrán otras ferias y plazas a borrarles la sonrisa
Luz de la memoria
Colgada de la nube de You Tube flota la película de una corrida valenciana de 1965, filmada en 8 mm a pocos cuadros –la reproducción lentifica las escenas--, en la que comparten cartel Antonio Ordóñez, Fermín Murillo y Paco Camino, nadie menos. Toros de Juan Pedro, ligeritos, embestidores. La voz de Pepe Alameda –que narraba en diferido tales festejos para su Brindis Taurino del canal 4—completa el portento. Y si no recuerdo mal, navega también por allí otra, donde se explaya a gusto en los tres tercios un injustamente olvidado Curro Girón. Los valencianos no cesan de ovacionar y pedir apéndices –por cierto, el más favorecido en el reparto sería el maño Murillo--. Pero las actuaciones de los toreros, lo sugerente y variado de sus estilos, el verbo magistral de Alameda, convierten dichas filmaciones en antología pura.
26 orejas y cuatro puertas grandes
Medio siglo después, la cosecha de apéndices es apenas un poco menor. Cinco orejas El Juli en dos tardes, la primera (día 14), simple toma de contacto –al de la oreja lo molió a manoletinas--, para salir con todo el 19, por los de Garcigrande, la puerta ídem y cuatro apéndices un punto exagerados. Tres sumó Castella en su única comparecencia (15), cuando bordaría a “Juncoso”, precioso colorado de Cuvillo que fue el toro de la feria (vuelta póstuma). Y qué diferencia entre las dos orejas a Perera –una por cada Garcigrande—y el par cobrado por Ponce, a una por fecha, pues la fácil suficiencia del de Chiva nada tiene que ver con la casta con que se fajó con los Garcigrandes y el colosal envión de El Juli el de la Puebla del Prior. Por su parte, el novillero Jonathan Varea cerró feria en hombros y con las orejas del bravísimo 6º de El Parralejo.
De los que salieron de Fallas con una oreja sobresalen Morante –que toreó dos tardes y pudo desorejar también a un Zalduendo medio inválido—y Talavante, cuyo estoque desmereció una de las faenas más meritorias del ciclo, trazada en medio del vendaval a un Zalduendo poco picado –él, Juli y Castella contrastan en este detalle con la mayoría--. También orejeados en su única salida Jiménez Fortes –entregadísimo con la corrida de apertura, de Fuente Ymbro—, El Fandi –muy entonado con un buen toro de Núñez del Cuvillo-- y Daniel Luque –el mejor capote de la feria-- con los módicos victorianosdelrío del sábado 14.
El Soro, capítulo aparte
No es cualquier cosa reaparecer luego de pasar media vida en una silla de ruedas, con 53 años de edad y 22 alejado de capotes, muletas y estoques. Y banderillas, porque Vicente Ruiz no regateó su antigua condición de especialista del segundo tercio e incluso en ese capítulo se prodigó. Por eso merece citarse el gesto de El Soro al anunciar su vuelta a los ruedos y cubrirla con una casta torera ejemplar. Hasta se dejó revolcar por el cuarto de Juan Pedro (tres costillas dañadas), con tal de emular lo que había logrado con el anterior, del que recibió una oreja que debe situarse muy por encima de análisis minuciosos y logros artísticos concretos.
Una oreja también en las espuertas de los rejoneadores Andy Cartagena, Luis Valdenebro hijo y Andrés Romero –en la matinal del 19 de marzo—y de los noveles Cristian Climent y Ginés Marín en las dos novilladas finales. Y ninguna para Juan Bautista, Jesús Duque, Román Castaño, Urdiales, Paquirri, Finito, los hermanos Manzanares –el de a pie y el de a caballo-- y Padilla, que batalló sin mayor fortuna. Por su parte, Miguel Abellán dio una vuelta en la mansa corrida de Alcurrucén (martes 17), en la que Diego Urdiales sentaría magisterio.
Por naturales
En tiempos de derechismo contumaz, qué oasis de torerismo suponen los escasos izquierdistas que van quedando. Por ejemplo Finito de Córdoba, que aromatizó la tarde triunfal de los Garcigrandes con par de breves tandas de naturales, prodigiosas de lentitud y belleza. El riojano Urdiales, por su parte, les insistía a los mansotes de Alcurrucén con la muleta en la zurda, cruzado al pitón contrario, la espada detrás, la suerte bien cargada y el trazo clásicamente rematado más allá de lo que semejante ganado merecía. A todo esto, ya el francés Castella había confirmado, ante la repetidora nobleza de los de Victoriano del Río, que es mucho mejor con la izquierda que con la diestra: más templado, más ceñido, mejor reunidos y engarzados los pases.
Les debemos, a los tres --y en algún pasaje a Morante, Talavante, El Juli, Perera--, su mal reconocido empeño por recuperar el pase más genuino y hermoso del toreo de muleta.
Presencias mexicanas
Extraño cartel el del miércoles 18. Porque al lado de Francisco Rivera lidiaban Zalduendos –hoy propiedad de nuestro connacional Alberto Bailleres— Morante y Talavante, dos toreros apoderados por la misma casa mexicana. Y, lo que son las cosas, el ganado --nada temperamental, escaso de fuerza--, parecía empeñado en emular al de allende el Atlántico, sobre todo el segundo del de la Puebla, que lo muleteó con mimo exquisito. Y en medio de tanto guiño mexicanista, ningún matador azteca en la cartelería fallera.
Pero en la novillada del viernes 20, con tiempo detestable y poca gente en la grada, un mexicano, al fin, partió plaza, ataviado de verde esperanza al debutar con caballos. Variado en quites, bullidor en los tres tercios, valiente de verdad y con clara tendencia a ponerse la muleta en la zurda, Leo Valadez, de Aguascalientes, calentó el gélido ambiente, se fajó en serio con el 6º de Antonio López Gibaja y le cortó meritoria oreja.
San Isidro 2015. Serán 31 los festejos –24 corridas, cuatro de rejones, tres novilladas--, entre el 8 de mayo y el 7 de junio. Torean tres corridas Talavante, Castella, Abellán, Ferrera, Urdiales, Alberto Aguilar –sumada la feria de la Comunidad--, Fandiño –ídem, incluida su encerrona del 2 de mayo--; van por dos El Juli, Perera –mano a mano en la de Beneficiencia, el 3 de junio--, El Cid – solo con seis de Victorino el 5 de junio--, Del Álamo, Paco Ureña, Javier Castaño, Padilla, el galo Bautista, El Fandi, Manuel Escribano, Daniel Luque, Serafín Marín y Robleño. Y con ellos Joselito Adame, anunciado para el viernes 8 con toros de El Cortijillo y el domingo 17 con reses de El Montecillo en un par de carteles en diminutivo, como los nombres de ambas ganaderías.
Si Joselito cuenta con dos oportunidades, otros tres se tendrán que conformar con una. Son El Payo (mayo 9, toros de Fuente Ymbro en terna con César Jiménez y Paco Ureña), Arturo Saldívar (día 10, con Eugenio de Mora, Morenito de Aranda y reses de Valdefresno) y Diego Silveti (el 14, para despachar los de Salvador Domecq con Uceda Leal y Jiménez Fortes).
Es decir, que Madrid sigue apoyando en grande a los toreros mexicanos.