El español Daniel Luque había conquistado en el otoño la veleidosa plaza "Nuevo Progreso" con el corte de un rabo, y este domingo confirmó que esa primera grata impresión sigue vigente con el corte de dos orejas que le dieron la salida triunfal en hombros.

La fecha era significativa por ser un día después del aniversario 473 de la ciudad. Con "Tequilero", Luque comenzó una tarde redonda. Lo primero fueron unas verónicas llenas de cadencia y arte que pusieron a soñar al público con una tarde de esas que se recuerdan por largo tiempo.

Si bien el toro en cuestión carecía de fuerza y emotividad, el espada tuvo la paciencia de llevarlo poco a poco, de celarlo con su muleta y hacer gala de un temple que ha sido buque insignia en esta plaza. Tras una estocada cosechó la primera oreja.

Su segundo fue un toro lleno de dudas, que nunca embistió con claridad. Pero el sello del reencuentro con Guadalajara llegó con su tercero y último. Aunque el burel tenía embestida corta, Luque supo meterlo en la muleta basado en lo que ha sido su carta fuerte: el temple.

Media estocada fue suficiente para cortar la segunda oreja y asegurar la salida en hombros de una afición que empieza a considerarlo entre sus consentidos. Es notable la conexión con los tendidos y muy en especial con los niños, incluso a uno de ellos le regaló la oreja.

Por su parte, El Payo tuve una tarde aciaga. Enfrentó dos toros infumables (segundo y sexto), pero ante el cuarto, de notoria calidad no pudo estructurar una faena. El público de Guadalajara le cayó encima sin piedad. Su último toro tenía un peligro evidente, pero ha esas alturas no había concesiones para el matador queretano que irradiaba molestia.