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Efemérides: 20 años de una tarde para el recuerdo

Jueves, 11 Dic 2014    México, D.F.    Jorge Raúl Nacif | Foto: Archivo   
La última oreja de Silveti en La México, y el rabo de Mejía
Un día como hoy, 11 de diciembre, pero de 1994, la Plaza México vivió una tarde para el recuerdo, pues no solamente Manolo Mejía le cortó las orejas y el rabo al bravo "Desvelado", de Manolo Martínez, sino que David Silveti paseó la que fue su última oreja en este escenario.

Aunque el llamado Rey David toreó varias tardes más en el coso de Insurgentes, emocionando y conmoviendo a su público, no volvió a tocar pelo. Aquella tarde, de hace ya 20 años, el bien recordado Silveti abrió un cartel conformado también por Miguel Espinosa "Armillita" y el mencionado Mejía, ante toros de Real de Saltillo.

La oreja que cosechó David fue consecuencia de su faena ante el primero de la tarde, un cárdeno de nombre "Carretero" que tuvo nobleza y mucha docilidad, aunque sin estar sobrado de bravura. Con quietud y un excelente conocimiento de los terrenos, logró extraerle partido y consiguió muletazos con empaque.

Una estocada en lo alto, ligeramente trasera, liquidó al ejemplar de Real de Saltillo. Petición ampliamente mayoritaria y el trofeo fue a parar a manos de Silveti, que de esta manera paseaba el premio que, a la postre, fue el último de su trayectoria en este coso capitalino.

Entre los triunfos de David y Manolo, surgió el de Armillita. Aunque en medio de algunas protestas, le tumbó las dos orejas al segundo de la tarde, "Hechicero", del hierro titular, ante el que trazó naturales con su característico sello y buen acabado.

"Desvelado" fue un ejemplar de regalo, pues Manolo Mejía no había tenido suerte con su lote. Este toro había quedado como sobrero dos semanas antes, cuando se lidió el encierro de Manolo Martínez, del que fue indultado "Zalamero", a manos del propio diestro de Tacuba.

Desde el capote quedaron claras las virtudes del capacho, que se empleaba en las telas con clase y amplio recorrido. Mejía cubrió con lucimiento el segundo tercio y, ya con la muleta, plasmó un trasteo que tuvo estructura, aprovechando a cabalidad las descritas condiciones del astado.

Emocionado, el público se le entregó por completo a Manolo, que terminó por dar rienda suelta a sus sentimientos. Aunque la petición de indulto era amplia, el de Tacuba se tiró a matar para conseguir la estocada y terminar por pasear los máximos trofeos en el marco de una campaña muy trascedente para él.

A lo largo del tiempo, aquella tarde en la Plaza México ha pasado a ocupar un sitio relevante entre otras tantas de triunfos y éxitos. La afición, que prácticamente llenó la plaza aquel día, salió "toreando" por las calles, víspera del día de la Virgen de Guadalupe.


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