Aunque no tocó pelo, Christian Ortega firmó la faena con los momentos más relevantes de la corrida nocturna celebrada este jueves en la Plaza México, festejo en el que El Canelo confirmó la alternativa y el poco juego de los toros de San Lucas puso el tema cuesta arriba.

Ortega sorteó al único toro que en realidad tuvo potabilidad, ejemplar que con nobleza y que  era obediente a los toques, sobre todo por el perfil derecho, aunque sin estar sobrado de fuelle y casta. Animoso, el diestro capitalino quitó por chicuelinas y tafalleras, para luego tomar los palos y cubrir el segundo tercio de la lidia.

Ya con la sarga, Christian se fue asentando en una faena derechista y, aunque las tandas fueron cortas, brindó muletazos con ligazón y en los que templó las acometidas del ejemplar, poco a poco alargando el trazo hasta dejar algunos pases que rayaron en los redondos, mismos que le fueron jaleados por el público. El espadazo no fue de efectos y tuvo que recurrir al descabello, de tal forma que todo quedó en una ovación desde el tercio.

Luis Manuel Pérez “El Canelo”, que confirmó de manos de Humberto Flores, causó simpatía entre los asistentes debido a la alegría que demostró durante la lidia del ejemplar que abrió plaza, siempre con tesón. Así pues, colocó banderillas y destacó el tercer par, que fue por dentro. Con la muleta dejó algunos buenos pasajes, pero sin la continuidad necesaria pues, por un lado, el ejemplar perdió las manitas constantemente, mientras que, por otro, El Canelo se notó con poco sitio. Al final, el público lo sacó a saludar en el tercio.

Bueno fue el inicio de José Luis Angelino, pues se abrió de capa en lances a la verónica que fueron del gusto de los espectadores. Muy bonito el quite por saltilleras y de muy buena forma completó el segundo tercio, para tomar la muleta y entonces el tema vino a menos. Y es que el toro se agarró al piso, regateando las embestidas y, cuando acudía, lo hacía acortando el recorrido y sin mayor transmisión. Aunque Angelino anduvo insistente, el tema no cobró mayor relieve.

Humberto Flores contó con el cariño del público pero no logró retribuir, y es que el toro que enfrentó fue, materialmente, un buey de carreta. Manso y, si acaso, con medias embestidas, no servía ni para estar valiente, pues transmitía muy poco. Pese a ello, el de Ocotlán se mostró profesional e hizo el esfuerzo, para finalmente recibir una cariñosa ovación y saludar desde el tercio.

Jorge López no tuvo fácil confiarse delante del quinto, un toro deslucido e incierto, sin humillar. Los momentos más destacados de su faena llegaron cuando logró enfibrarse y ponerse en el sitio adecuado, ligando algunos buenos trazos por derecha. Así, y aunque se esforzó pero sin contar con los recursos necesarios debido a su poco rodaje, su labor se diluyó. Al final fue ovacionado en el tercio debido a la eficiente estocada con la que remató al de San Lucas, aunado al esfuezo demostrado.

El último de la noche fue para Víctor Mora y, al igual que la mayoría de sus hermanos, no tuvo mayor movilidad. Los esfuerzos del hidrocálido (que colocó banderillas sin gran lucimiento) se estrellaron en una muralla de mansedumbre y poco o nulo recorrido, de tal suerte que la cosa jamás pudo tomar vuelo ante su notoria desesperación, pues al igual que sus alternantes venía a buscar cosas importantes en este coso en una oportunidad que, visto lo visto con el ganado, no fue tal.