Armando Rosales "El Saltillense", matador de toros, y reconocido fotógrafo taurino, habla en la siguiente entrevista, concedida a Benjamín González Oregel, acerca de la crisis que vive hoy día la fotografía taurina y de varios aspectos ineresantes acerca de la Fiesta.
“He sobrevivido yo, gracias a mis exposiciones, a lo largo y ancho de todo el país. Pero, realmente, es muy, muy complicado vivir de esto”, dice el gran fotógrafo coahuilense, Armando Rosales Gámez "El Saltillense".
Y agrega que “antes, los toreros compraban una docena de fotografías, de las buenas, una media de las de menor expresión. Bueno, compraban, a uno, bastante. Actualmente, ya no le compran a uno. Cuando lo hacen, compran una. La ponen en el escáner y la mandan a todo el mundo. Compran a 30 pesos por foto. Entonces, es difícil sobrevivir. Pero, aquí estamos, todavía. Aparte, las empresas a las que les compra uno los rollos, el papel… Total, sólo le queda, a uno, nada más para sobrevivir”.
Llegó, y, así, sin más, nos saludó. Nos habló, a los que ocupábamos el burladero, sobre el callejón de El Nuevo Progreso. Me comenzó a dar trato de colega, mientras sacaba su réflex. Terminada la faena de preparación, y a la espera de que se abrieran las puertas de los sustos, cruzó algunas palabras con el corresponsal.
Afición, amor a los toros
Y este, una vez que supo la identidad del recién llegado -a quien recordaba, sin acertar a precisar de quién se trataba-, se metió en la mente el poder platicar con Armando Rosales Gámez. Sin duda, el más conocido de cuantos fotógrafos taurinos existen en el país.
-Maestro, me siento honrado por estar al lado de uno de los mejores fotógrafos taurinos; de uno de los que mejor han sabido plasmar lo que sucede en los ruedos nacionales. Y sin rodeos, con el fin de aprender, le pregunto: ¿Qué se requiere para ser un buen fotógrafo, en el torero?
-¡Pues hombre! Yo creo que, desde luego, mucha afición, mucho amor a la fiesta de toros. Afortunadamente me ha tocado, a mí, estar tantos años en la Plaza México. Estoy cumpliendo 34. Y creo que han sido 34 años de muchas satisfacciones, de estar con las figuras del toreo: como Eloy Cavazos, como Ramón Serrano, en aquella Gira de los Rejoneadores -patrocinada por un banco-, que fueron como 300 corridas, en todo el país.
Tiempos aquellos
“Lo mismo cuando hicieron regresar a Eloy Cavazos, por aquella cigarrera, que se anunciaba: “Raleigh, siempre con el mejor”; que fueron como 200 corridas. Y yo era el fotógrafo oficial, de esos eventos tan importantes.
“Igual, en la Plaza México, he actuado como el fotógrafo oficial, de la misma empresa. Desde el tiempo en que se reabre, con Jesús Arroyo y Joselito Huerta. Ellos me contrataron para ver y fotografiar las corridas en el campo; y todo eso. Entonces, he tenido muchas satisfacciones”.
Las menciones de estas campañas -tan bien estructuradas por las firmas que las respaldaron: la famosa cigarrera que se identifica por llevar el nombre del famoso pirata inglés, y el extinto Bancrecer-, trajeron a mi mente aquellas tardes en las que los tendidos lucían a tope, luego de amplias campañas de una publicidad que, por desgracia, aparece en el rincón del olvido.
Minimuseos
Hombre de fácil palabra, el coahuilense, cuando habla, provoca que a mi memoria lleguen nítidas imágenes de fotografías, cuyos cuadros cuelgan, o colgaron, de las paredes de algunos sitios que acostumbro, o acostumbraba visitar. Y comienzo a repasar los minimuseos taurinos que he visto en algunas cantinas. Con mucho gusto, repaso las que adornaban parte de los muros del restaurante zamorano, de don Luis Pérez, allá en el queridísmo y chonguero barrio de El Carmen. O las excelentes tomas que adornan 3 de las 4 paredes de El Cito, prototipo de lo que fueron las cantinas de la primera mitad de la centuria pasada, en la huarachera ciudad de Sahuayo.
-Por lo que recuerdo, usted es el causante de la existencia de los museos taurinos que hoy podemos ver, sobre todo en las cantinas.
-Sí. Pero yo creo que muchísimos hemos colaborado con eso. Pero sí, creo que con lo mío, creo que inicié. Creo que comencé a tomar fotografías, realmente muy buenas y me empecé a llevar muchos primeros lugares. Y sí, muchos bares y casas particulares tienen muchas casas de particulares que tienen sus bares, tienen mucha decoración con mucha fotografía mía, fotografía de El Saltillense.
Hay, todavía
-¿Hay algún tipo especial de torero, que sea más fotogénico, según el artista de la lente?
-Bueno, ha habido muchísimos. Los hay, todavía. Digamos, en el caso de Manolo Martínez, me gastaba 20 rollos (de 36 exposiciones, cada rollo), por corrida. Quien era también, muy, muy interesante, era El Glison; era muy dramático, Manzanares (José Mari, padre), como artista. José Tomas, Ponce, son, actualmente, algunos de los que más me divierte dispararles, a todo lo que da mi cámara.
Con toros parados, muy difícil
-La mansedumbre en el toro actual, ¿a qué se debe? Acabamos de ver dos, mansos, hasta la pared de enfrente. Esto parece una epidemia a nivel nacional, o a nivel mundial.
-Pues desgraciadamente sí, nos acaba de tocar ver a este par de toros, muy parados, muy agarrados al piso. Los toreros haciendo un esfuerzo por agradar. Pero los toros no tenían transmisión; así, parados. Desgraciadamente así está pasando en el país. Salen muchos toros parados. Y es muy difícil triunfar con esos toros.
-A mí, el primer toro lidiado por Enrique Ponce, en La México, me pareció un toro de dulce. Es más, si no hubiese sido Ponce, el torero que lo enfrentara, hubiera pasado inadvertido ese animal.
Se vende mucho
-Sí. Definitivamente, esa es la ventaja de Ponce. Este es un torero consentido de México. Realmente él vende mucho, se deja ver mucho. Y a la gente, la mete en un segundo con él. Triunfó muy fuerte -indultó al toro. Tuve la suerte de estar en esa corrida; en la que también triunfó Arturo Macías.Y aunque protestado el rabo, al fin es un rabo cortado en La México. Y ¿quién se lo quita?
Gracias a mis exposiciones
-Eso sí. Ya quedó en los anales de la historia del coso mayor del mundo. Pero, ¿el fotógrafo, vive bien de esto? ¿De la fotografía taurina?
-Bueno, he sobrevivido yo, gracias a mis exposiciones, a lo largo y ancho de todo el país. Pero, realmente, es muy, muy complicado vivir de esto. Porque antes, los toreros compraban una docena de fotografías, de las buenas, una media de las de menor expresión. Bueno, compraban, a uno, bastante. Actualmente, ya no le compran a uno. Cuando lo hacen, compran una. La ponen en el escáner y la mandan a todo el mundo. Compran a 30 pesos por foto. Entonces, es difícil sobrevivir. Pero, aquí estamos, todavía. Aparte, las empresas a las que les compra uno los rollos, el papel… Total, sólo le queda, a uno, nada más para sobrevivir.
-¿Qué recomendación haría a los fotógrafos jóvenes?
Recomiendo a “todos los fotógrafos, que nunca duden a la hora de tomar la fotografía. A veces duda uno en disparar. Y no, no debe uno dudar. Debe estar, uno, siempre, detrás de la cámara; que esta sea tu propio ojo. Y puedes captar cosas que ni uno se imagina.
-¿Y cómo le hace usted para andar de un lado a otro? Porque un día sabemos que está en Mérida, y otro día en Tijuana.
-Bueno, pues son las circunstancias. A veces, lo contratan a uno. Otras veces… Por ejemplo, en este caso: me invitó el ganadero Armando Guadiana. Esta semana, este ganadero le regaló dos toros a Arturo Macías; quien los lidió y mató allá, con Eloy Cavazos. Entonces, hoy, me hizo el favor de invitarme a venir y me trajo en su avión particular. Por eso estoy aquí, debería estar en la Plaza México. Pero, realmente combino Saltillo con México.
Material rico, ayuda
-Maestro, La Fiesta tiene sus orígenes en España. ¿Esto proporciona alguna ventaja a los fotógrafos hispanos, sobre los nacionales?
-No, precisamente. Es una fiesta diferente. He estado algunas veces en España. Allá, tienes un material muy rico, extraordinario. Sobre todo con la presencia de los toros. Tienen mucha cara. Son impresionantemente bellos, por decirlo así. Son toros con mucha corpulencia, con muchos pitones.
“Para la fotografía, ayuda muchísimo ese tipo de ganado. Pero, en cuanto a los fotógrafos, realmente no creo que haya mejores, ni peores. Sencillamente si estuviera aquí, un fotógrafo español haría las mismas fotos que nosotros. Porque todos, siempre tratamos de sacar lo mejor de una corrida de toros, ¿no?”.
Bonito que tengamos presencia
-Ahora que hablamos de España y en este campo, ayer me enteré que tres fotógrafos mexicanos, dos mujeres y un hombre, van a Sevilla. Ellos son: el maestro Óskar Ruízesparza, Laurita Reséndiz, una compañera nuestra, y una joven señora de Querétaro, nacida en la capital. ¿Los conoce?
-Sí, efectivamente. Yo creo que uno de los grandes fotógrafos de este país, es Ruízesparza. Es muy famoso, en el país. Ha montado una infinidad de exposiciones. Tiene mucho, mucho cartel. Y me da mucho gusto que estén tres nombres de mexicanos, entre ellos dos mujeres. Es bonito que tengamos, todavía, presencia en otros países.
“Yo tengo, ahorita, una colectiva en Francia. No pude estar por el asunto de cubrir acá eventos. Pero te da mucha satisfacción estar en otros países”.
Unos diez millones de disparos
-Usted, en el extranjero, ¿dónde ha mostrado su talento fotográfico?
-Principalmente en los Estados Unidos. Pero tuve la fortuna de montar una exposición en Pamplona. Yo creo que he montado unas 500 exposiciones en este país. Actualmente monto diez al año, con diferente material. No es el mismo material el que va a todas, porque sería muy cómodo. Por eso, siempre trato de que vaya material nuevo, inédito. Creo que, desgraciadamente, no puedo mostrar todo mi archivo, porque es muy grande. Creo que cuanta con unos diez millones de disparos, en 35 años de fotógrafo.
Explotar nuevas técnicas
-De lo poco que he visto, de lo mucho que usted ha guardado para la posteridad, casi todo ha sido en blanco y negro. ¿Ahora tiene también en color?
-Es que presento tauridades en cuatro tiempos, en mis exposiciones. Hablo del blanco y negro. Y, casualmente, trabajé 18 años en el Politécnico. Fui maestro del taller de fotografía. Y, en toda esa experiencia, tuve accidentes en el revelado de fotografía: se oxidan, se manchan.
“Y de ahí, empecé a explotar una nueva técnica. Una técnica a la que llamo, oxidaciones. La combiné con negativos, y oxidando el papel. Después, le quité el negativo, y ya era pura oxidación. O sea: figuras taurinas con oxidaciones, usando hiposulfitos y químicos que componen el revelador, el fijador, o los detenedores. Y tengo una gran colección de fotografías, con ese material. Después, vinieron la fotografía barrida, y la fotografía en color. Pero hablo de cuatro tiempos: el blanco y negro, la oxidación, la foto-oxidación, el barrido y el color”.
Entradón
-Si mal no recuerdo, durante los días del regreso a los ruedos mexicanos, exhibió en Morelia.
-Sí, efectivamente monté una exposición en Morelia, a la vez que estaba en la Torre PEMEX. Esta última fue muy importante, porque eran 100 trabajos. Fue un entradón. Y ha sido una de las grandes satisfacciones.
“He tenido exposiciones en el Metro, en Teléfonos de México, en el Museo de la ciudad de México. En fin, he expuesto en infinidad de lugares, Hay ciudades a las que he ido durante 20 años. Por lo que he tenido muchas satisfacciones, con tanta exposición”.
Dos fotos, muchos recuerdos
Este figurón de la lente habla con entusiasmo de Samurai, el toro castaño, de la vacada de Begoña, indultado por Pedro Gutiérrez Moya, El Niño de la Capea, en la Plaza México; y que, horas más tarde, estuvo a punto de matar a un torilero, cuando se disponía, el trabajador de la plaza, a limpiar un chiquero que consideraba estaba vacío.
-Es una serie muy importante de aquella tragedia de ese toro que indultó El Niño de la Capea, Samuraí. Tengo esa secuencia, es muy interesante.
“Tengo otras, que también me han dado muchas satisfacciones, en blanco y negro. Como aquel saludo de Manolo Martínez y Curro Rivera, que tenían 3 años de no hablarse. Y en ese momento, yo estaba atrás, para partir plaza, en la Monumental de Pachuca, Manolo le extiende la mano a Curro Rivera, para desearle suerte. Es un contraluz extraordinario, una fotografía clásica, en blanco y negro”.
A mi mente llega, clara, esta fotografía. La aprecié, varias veces, colgada de una de las paredes del inmueble que ocupaba el restaurante de don Luis Pérez, en la querida Zamora. Local en el que también lucía, y ahora imaginaba, la toma de la que habla, renglones adelante.
-Maestro, ¿cuál es el precio más alto que ha alcanzado una fotografía de usted?
-No, no es tanto el precio. Porque, digamos: una fotografía, podría decir yo, la que más me ha dejado, es una fotografía en la que está de espalda Cristina Sánchez, se ha vendido como 50 veces. Es una fotografía que se vende en mil 500 pesos. Desgraciadamente esto ha sido salteadito. Pero, cuando menos espero, ya están allí mil 500 pesos que me deja Cristina Sánchez” –y una breve sonrisilla, de satisfacción, se dibuja en medio de un asoleado rostro.
No debe uno dudar
-Maestro, a los aficionados a la fotografía, y a la fotografía taurina, principalmente de Michoacán, y a los lectores de GUÍA y Mundotoro México, ¿qué les dice, qué les aconseja?
-Pues yo creo que en general, a todos los fotógrafos, que nunca duden a la hora de tomar la fotografía. Yo, hay veces que, cuando he ido por la carretera, he visto algo digno de fotografiarse, digno de reflejarse, y de tomar la fotografía. A veces duda uno en disparar. Y no, no debe uno dudar. Debe estar, uno, siempre, detrás de la cámara; que esta sea tu propio ojo. Y puedes captar cosas que ni uno se imagina que las pueda llegar a tener.