Liber taurus: La emoción es el futuro
Viernes, 02 Ago 2013
Quito, Ecuador
Santiago Aguilar | Opinión
La columna de este viernes
El pasado martes el destacado escritor y periodista Paco Aguado publicó su columna "Desde el Barrio", nombre que se refiere al tradicional barrio de La Letras en el que con orgullo reside como intentando recoger la inacabable sabiduría que a su momento exhibieron los más ilustres pensadores de España, cuyos nombres dan denominación a esa preciosa zona del Madrid profundo.
En esa ocasión el espacio hizo referencia a la indispensable emoción que debe caracterizar a la fiesta de los toros, emoción sostenida en el peligro que comporta la presencia del verdadero toro de combate en la arena, sensación que una vez que resulta mutilada, desnaturaliza el rito y lo coloca dentro del vulgar listado conformado por tantos y tantos espectáculos intrascendentes.
Uno de los párrafos escritos por Aguado se contextualiza en los esfuerzos de las empresas y los toreros por conseguir que los aficionados vuelvan a las plazas y por capturar el mercado de los jóvenes como importante masa actual y futura para que sostengan a la fiesta; tras este apunte, cabe reproducir las reflexiones del cronista.
"Pero la cuestión fundamental estriba en que los que vuelven tienen que quedarse. De nada servirá el esfuerzo si aquellos a los que hemos convencido para se sienten, no sin esfuerzo, en los tendidos se encuentran con un espectáculo sin interés, con una alternativa poco atractiva entre la gran multitud de ofertas de ocio que ofrece nuestro tiempo.
"Por eso, como fue siempre, la emoción, la intensidad y la autenticidad de lo que ocurre en la arena siguen siendo el mejor bastión para la defensa de este rito milenario. En épocas insustanciales, la verdad y el riesgo de la tauromaquia son un referente incomparable para tantos y tantos decepcionados ante el juego comercial que domina, también, las artes y el deporte.
Hasta aquí cito a Paco Aguado, estas profundas como certeras reflexiones me llevaron a retomar al cabo de algún tiempo ese extraordinario libro breve titulado: "Los Toros Acontecimiento Nacional" publicado por los herederos de Enrique Tierno Galván, y prologado por el Duque de Alba, corto pero inmenso tratado de la importancia de las funciones taurinas en España y por ende en los países ibéricos.
El análisis que se desarrolla respecto a la profunda trascendencia social de las corridas hasta convertirlas por razones substanciales en "acontecimiento nacional" coinciden con el pensamiento de Aguado desde la idea que el desgarro íntimo que produce la cosa taurina es posible únicamente con la presencia de la emoción en el ruedo, precisando que este comportamiento responde a una fuerza especial que determina la expresión de unos sentimientos únicos.
Ahora como en líneas arriba, cumple reproducir las inmortales ideas de Tierno Galván:
"...En el conjunto de elementos de lo que constituye la realidad social cabe distinguir los "hechos sociales", o modos necesarios de su constitución, de manera que suprimirlos comportaría la desaparición de la realidad social, por lo menos tal y como los humanos debemos conformarla”…
"… Pero entre uno y otro orden de constitutivos sociales existe una amplia zona integrada por lo que pudiéramos llamar 'acontecimientos'. Los acontecimientos sociales oscilan entre los hechos y los actos. Sin corresponderles por modo absoluto la nota de necesariedad que caracteriza al hecho social en cuanto hecho, tampoco son consecuencia plena del obrar libre y reflexivo. Aparecen constituyendo la realidad social con un peculiar carácter de exigencia; exigen no que nos adhiramos a ellos, sino que nos definamos ante ellos. La actitud que tomemos frete al acontecimiento preincluye una cierta concepción del mundo que se pone de manifiesto merced al poder de exclaustración de los sentimientos primigenios propios del acontecimiento..."
Líneas ciertas como el día y la noche, al definir con intensidad el involucramiento casi involuntario que desencadena la lidia de toros en los sentimientos de quienes son capaces de trascender el orden social y asumen una postura mental y emocional frente al acontecimiento taurino.
En la hora actual frente al absurdo proceso internacional de amortiguamiento de todo lo que supone emociones y del menosprecio del toreo auténtico por parte de una gruesa tropa de cómodos lidiadores; Aguado con las siguientes palabras reclama la verdad en el ruedo:
"...Pero aun así hay que seguir reivindicando el toreo más intenso, el más emotivo, el más auténtico. Y empezar a señalar como uno de los mayores factores en contra de la asistencia de público a las plazas, tanto como la crisis económica, también a ese toreo de técnica defensiva, plano por demasiado asegurado, tan tedioso a lo largo de largas faenas en las que no se provoca un solo olé que surja desde las entrañas…"
Es que esa es la clave para la pervivencia del toreo ya descrita por Tierno Galván décadas atrás, desde las siguientes frases en las que demuestra ya su inquietud por la vulgariazación del toreo espectáculo en perjuicio del acontecimiento social:
"...Subyacente a cada uno de los espectáculos, dentro del perfil de la comunidad en que radican, existe una concepción del mundo que les da sentido. Si tal supuesto desapareciese, el espectáculo perdería el carácter de acontecimiento y quedaría en puro espectáculo; es decir, en la visión de algo que no implica por parte del espectador la toma de una actitud radical de aceptación o repulsa por exigencia intrínseca al espectáculo mismo..."
Palabras demoledoras si se quiere traerlas a nuestros días en los que la anulación de la emoción, de la identidad y del sentido de pertenencia, se complementan con el no decidir, el no disentir, el no pertenecer, el no sentir e inclusive el no ser, con la idea de uniformar una nueva naturaleza humana que ya marca el presente y que traza el futuro de nuestras sociedades.
Lo cierto es que a esta corriente uniformadora debemos enfrentarla con las armas de la recuperación de la naturaleza humana y su inacabable capacidad de sentir y expresar, retrotrayéndonos a lo que fuimos, somos y seremos en la vida como en el toreo, como lo describe Aguado.
"...Es el momento de volver a las esencias, a las faenas de muletazos intensos, a los cites sinceros y comprometidos que descubren al toro opciones de ataque frente a aquellos que le tapan el mundo y al enemigo. Es el momento en que las muletas vuelvan a ser lo que siempre fueron: dúctiles instrumentos en los que torean los vuelos y no escudos defensivos que esquivan y desplazan como pantallas protectoras.
Es hora, en resumen, de volver a esa apasionada entrega de que hablaba Pepe Alameda, porque la emoción es la verdadera defensora del rito. Han de concienciarse de ello los toreros de nuestros días, que tienen en su mano la verdadera responsabilidad de que, pese a tantos elementos internos a la contra, la fiesta de los toros no pierda vigencia..."
Si, cuanta razón le asiste a Paco Aguado al reclamar entrega y emoción en el redondel como el único medio para que la fiesta recupere su credibilidad primero, su clientela después y claro, desde el ejercicio honesto del toreo, adquiera valor moral y pervivencia.
Volvemos a Tierno Galván y encontramos unas líneas concluyentes que agregadas al pensamiento de Paco Aguado construyen la verdad filosófica del toreo actual y el reclamo permanente por recuperar los valores estructurales de las corridas de toros.
"...A mi juicio, cuando el acontecimiento taurino llegue a ser para los españoles simple espectáculo, los fundamentos de España en cuanto nación se habrán transformado. Si algún día el español fuere o no fuere a los toros con el mismo talante con que va o no va al “cine”, en los Perineos umbral de la Península, habría que poner este sentido epitafio: "Aquí yace Tauridia"; es decir, España..."
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