La asombrosa lucha que los toreros mexicanos llevan a cabo en la plaza de Toros Las Ventas de Madrid, registró su primera baja, como consecuencia de la sobrecogedora actitud demostrada por los lidiadores del otro lado del Atlántico, que pisaron la arena de la primera plaza del mundo con el coraje y la entrega propia de una tropa de templarios de estos tiempos que buscan rescatar el prestigio y la gloria de la torería azteca.
El caído en la taurina batalla fue el joven Sergio Flores quien confirmó su alternativa de matador de toros ante un enorme toraco de 590 kilos de peso que lo empitonó de mala manera cuando se lo pasaba de muleta, momento en el que le hirió de gravedad, pese a ello Flores permaneció en el ruedo hasta estoquear a su enemigo a cambio de otra paliza importante.
Más allá del drama que se vivió en la plaza a propósito de las dos aparatosas cogidas, Flores toreo con sorprendente seguridad a un toro que tuvo movilidad y un punto de violencia, resistió los parones de la res y sus amenazadoras miradas con el valor propio de los que quieren ser gente en esto del toreo; en uno de los amagos, el toro alargo el cuello y con el pitón le rasgó los músculos de su pierna derecha.
Con el cuerpo quebrantado y a apunto de desvanecerse el joven lidiador resistió en la arena hasta que las mulillas arrastraron al animal y el público le tribute una fortísima ovación mientras su cuadrilla lo conducía a la enfermería. Sin llegar a cortar las orejas Flores triunfó, con el tributo de su sangre se ganó la consideración y el respeto de la afición madrileña.
Producto del revulsivo que ha generado esta generación de diestros americanos, la tarde de este viernes se marcará un suceso histórico que no registrado desde hace varias décadas, la conformación en España de un cartel con dos toreros aztecas y uno local. Otro valiente, Joselito Adame rotundo triunfador de la tarde del día 4 de junio entra en la nómina que la completan su paisano Juan Pablo Sánchez y el hispano El Cid lidiando ejemplares de Alcurrucén.
Lo cierto es que estas ferias de San Isidro y del Arte y la Cultura del presente año comportan un punto de inflexión para la fiesta de los toros en el orden global, giro a todas luces saludable pues refleja la equivalencia de capacidades entre los toreros de una y otra latitud.
Equilibrio que de momento se inclina a favor de los foráneos por su entrega inacabable y hambre de gloria, no manifestada con frecuencia por los adocenados toreros de estas tierras.
El caso es que la taurina batalla ha beneficiado a la fiesta de los toros y en particular a la afición madrileña que entre incrédula y emocionada, tarde a tarde, asiste a mirar en acción a la valentísima armada mexicana.