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El Juli, sobrado de todo (fotos)

Jueves, 30 May 2013    Aranjuez, España    Juan Antonio de Labra | Foto: JAL          
Gran actuación del maestro madrileño en el coso bicentenario

Las dos fuertes lesiones que ha sufrido El Juli en este 2013 lo mantienen alerta y rabioso, y tras haber perdido muchas fechas, primero por el accidente de coche y, después, por la grave cornada de Sevilla, hoy vino a Aranjuez a reventar una tarde en un cartel muy bonito, al lado de Morante y Sebastián Castella, que atrajo mucho público a los tendidos.

Y a diferencia de lo que ocurre en varias de las plazas de primera categoría, donde la responsabilidad es mayor y se lidia un toro más grande, aquí saltaron a la arena varios ejemplares armoniosos de hechuras, agradables de pitones y más que manejables. Vamos, toros, como el segundo, para andar desahogado y disfrutar el toreo al máximo.

Porque ese segundo ejemplar de la tarde, primero del lote de Julián, embestía de auténtico lujo: acudía a la tela con mucha calidad, rebosándose de lo lindo, haciendo un arco en torno al cuerpo del maestro madrileño, que acentuó dicha condición citándole con la pierna de salida retrasada y tratando de pulsear con gran sentimiento cada una de esas empalagosas embestidas.

Ya desde el capote Julián dejó entrever que lo iba a torear de esa manera; es decir, sin apreturas, jugando con el volumen y la acometida del toro, a fin de poder recrearse barrocamente a lo largo de una faena en la que sacrificó el ceñimiento a favor de la largueza del trazo y la emoción, esa palabra que a veces es un bien escaso.

Y aunque no se lo enredó propiamente por la faja, sí que lo toreó con una asombrosa largueza, ayudándole siempre a que rompiera a ir a más, hacia adelante, en cada una de sus embestidas a las que Juli dio curso con ambas manos, siendo los naturales los de más belleza. Lo hizo lucir mucho, con un talante de torero-ganadero.

La gente disfrutó la ligazón en redondo; el temple suntuoso; en suma, esa colocación caprichosa para poner en práctica ese toreo en el que el diálogo entre toro y torero fluyó con suavidad.

Una estocada en lo alto de la cruz le valió el corte de dos merecidas orejas, mientras que el juez de plaza ordenó un tardío homenaje de vuelta al ruedo a un toro con más clase que bravura, que ya no se llevó a cabo porque cuando sacó el pañuelo azul –indicativo del premio a los despojos del cuatreño– el tiro de mulillas ya se lo había llevado al destazadero.

La otra faena fue distinta pero igualmente interesante, pues El Juli desbordó entusiasmo y afición, esa que no le cabe en el cuerpo. Y a diferencia de aquel bondadoso primer ejemplar, el quinto mantuvo otra conducta que también le permitió un trasteo relevante que no tuvo el preciso remate de la espada. De cualquier manera, se le entregó una oreja para sumar tres y seguir así su puesta a punto para el resto de la temporada.

La otra faena relevante la hizo Sebastián Castella al sexto, el toro más completo de la corrida. Se movió con mucha transmisión el de Garcigrande y el banderillero José Chacón lo bregó de categoría, mostrando en cada uno de sus lances, en el tercio de banderillas, las cualidades que tenía el toro.

Sebastián estaba a escasos metros observando esta labor tan torera y no dudó en brindar al público su faena, misma que comenzó con unos solemnes estaturaios a los que siguieron series de magnífico acabado. En un palmo giró en los talones para ligar los pases en medio de la algarabía de un público festivo que manifestó su entusiasmo con espontaneidad al percatarse de la actitud del torero.

La estructura de la faena y su reciedumbre se enfilaron por el sendero del triunfo que no llegó como debía –con la concesión de dos orejas– debido a que el maestro de Beziers no estuvo contundente a la hora de matar. Pero ahí queda la obra, y la confianza de que una figura es capaz de cuajar, como lo hizo Castella, a un toro de estas características.

Morante hizo una primera faena serena y tersa ante un toro dócil y flojo que más que embestir, pasaba. No desaprovechó el sevillano para acompañar con pecho y cintura, andándole en algunos pasajes muy toreramente, y ganándole terreno para encelarlo.

Los morantistas, que desde hace tiempo ya son legión, paladearon esos pasajes artísticos, de levitación, en los que el torero de La Puebla, andaba como por la sala de su casa.

Muy distinta fue la faena al cuarto, un toro un puntito incómodo porque no era fácil de templarlo ya que tendía a puntear el engaño del sevillano, que estuvo muy esforzado y le robó pases sueltos de acusada personalidad y torería. Lo malo fue que se puso pesado con el acero y echó por tierra la posibilidad de cosechar un triunfo.

La gente salió muy contenta de la plaza; a las afueras del añejo coso los corrillos de aficionados comentaban las faenas con la pasión propia de las tardes en las que se ve torear bien y se goza de la variedad de estilos, así como de una corrida de toros entretenida, con un clima fantástico y mucho ambiente en los tendidos.

Ficha
Aranjuez, España.- Casi lleno en tarde soleada y agradable. Tres toros de Domingo Hernández y tres de Garcigrande, parejos de hechuras, manejables en su conjunto, de los que destacó el 2o. por su calidad, premiado con una excesiva vuelta al ruedo. Morante de la Puebla (verde botella y oro): Ovación y pitos tras dos avisos. El Juli (verde botella y oro): Dos orejas y oreja. Sebastián Castella (azul celeste y oro): Palmas y oreja. Incidencias: Destacó en la brega José Chacón, de la cuadrilla de Castella, que lidió al 6o. por nota. El Juli salió a hombros.


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