El fallecimiento del matador Pepe López Hurtado nos consternó a todos los juarenses, tierra que lo vio crecer y donde tenía una ínfinidad de amigos, a los que nunca abandonó ya que la amistad era para él una de las cosas más importantes.
Por la amistad que tenemos por herencia de nuestras familias, me comuniqué esta mañana con su viuda, la señora Silvia, para darle el pésame y que me pudo mucho su muerte ya que estuve platicando con él por teléfono apenas el viernes pasado cuando estaba viendo por televisión una corrida de toros desde Sevilla en compañía de su poderdante, el joven matador de toros José Mauricio.
Doña Silvia me comentó que acababan de llegar de vacaciones de Cancún, lugar que le gustaba a Pepe para ir a bucear. Al regresar a la ciudad de México tenía problemas de alta presión, y le costaba adaptarse a la altitud de la capital, algo que ocrría con el paso de los días, aunque no pasó en esta ocasión, pues murió de un infarto.
Silvia me hizo saber que el deseo de Pepe al morir era que sus cenizas fueran esparcidas en las playas de Cancún. Sin embargo, su hermano Antonio llegó a un acuerdo con su familia para que la mitad de las cenizas sean depositadas en un nicho dentro de la capilla de la Monumental de "Las Playas" de Tijuana, que construyó su padre.
Será una ceremonia sencilla y con una misa después del sorteo de la corrida del próximo 24 de mayo, fecha de la inauguración de la temporada tijuanense.
José López Hurtado Higuera nació en la Ciudad de México el 10 de abril de 1940, pero se trasladó a Ciudad Juárez, Chihuahua, junto con sus padres siendo un pequeñito. Su padre era Mayor del Ejército Mexicano y médico veterinario.
El Mayor López Hurtado, como todo mundo le conocía, fue un hombre visionario que con el transcusro de los años edifícó dos de las plazas de toros más cómodas del mundo: la Monumental de Ciudad Juárez, en 1957, y la Monumental de "Las Playas" de Tijuana, en 1960.
Fue un personaje que recordaré siempre por ser un hombre íntegro, muy franco y humilde, y le debo muchas enseñanzas, como también a los maestros del toreo Alfonso Ramírez "Calesero" y Jorge Gutiérrez, ya que sin ellos mi concepto del arte del toreo hubiera sido diferente.
Al Mayor lo veía en la plaza los domingos de corrida, cuando regresaba de hacer ejercicio. Ahí tomábamos anis en compañía de su gran amigo, don Rafael Zaragoza, antes de la corrida. Falleció el 4 de marzo de 1993.
Pepe, su hijo mayor, fue el primero en seguirle sus pasos al Mayor y ayudó en todos los trabajos de construcción de ambas plazas, tales como limpiar los corrales, salir como alguacilillo durante muchos años, y otras muchas labores. De hecho, encabezó el primer paseíllo en la Monumental de Ciudad Juárez el 1 de septiembre de 1957 por delante de una terna de lujo que estaba compuesta por Rafael Rodríguez, Juan Silveti y Humberto Moro.
Al estár Pepe tan involucrado en la Fiesta logró convencer a su padre de ser torero, haciendo su presentación como novillero en la plaza "Alberto Balderas" de Ciudad Juárez, en un verano de 1965. Alternó con Jesús Solórzano y Roberto Cepeda "El Cascabel", luciendo un terno de luces verde manzana y oro que le había regalado Antonio del Olivar.
Este color fue su preferido a lo largo de su carrera, y precisamente con un vestido de esa tonalidad se despidió la tarde del 27 de septiembre de 1992, el día en que toreó con Eloy Cavazos y Joselito Ruiz, con toros de La Guadalupana.
El próximo jueves 7 de mayo, en la iglesia de la Divina Providencia de Ciudad Juárez, a las 19:00 horas, se llevará a cabo una misa por eterno descanso del matador Pepe López Hurtado, servicio religioso que será ofrecido por el capellán de los toreros en esta frontera, Eduardo Hayen.
Por este conducto deseamos que la famila López Hurtado Hernández tengan una pronta resignación, ya que Pepe siempre quizo tener unida a su familia unida. Al amigo, nuestro más sincero recuerdo.