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Liber Taurus: Tiempo de amenazas y esperanzas

Viernes, 28 Dic 2012    Quito, Ecuador    Santiago Aguilar | Opinión   
La columna de este viernes

La vida está hecha de tiempo al punto que los hombres, desde siempre, han llevado a cabo la tarea de intentar contarlo y registrarlo, desde aquellos primigenios vistazos al sol, hasta el  uso de los sofisticados  relojes atómicos de asombrosa precisión que marcan nuestros días; segundo a segundo vivimos en un contexto cronológico que condiciona nuestros pensamientos y  determina nuestras capacidades y actos.

El tiempo y sus convenciones forman parte de la esencia de la humanidad; desde la física, las matemáticas y la cosmología, transitando por  la filosofía y  la psicología, hasta llegar a la astrología y la magia contenidos en el esoterismo, todos los pueblos han tratado de explicarse qué es el tiempo como la medida del ser, su duración y su sustancia.

Al término de una jornada las personas, de manera inevitable, llevan a cabo un íntimo acto de introspección para valorarla, el ejercicio se repite y amplía si se trata del cierre de un calendario; la culminación del ciclo solar o año, impone la cuidadosa revisión de lo vivido con la idea de que los hechos que dieron forma al presente y que ya engrosan al pasado, nos ofrezcan, con la basa de la experiencia, mayores facultades para enfrentar al porvenir.

El diario vivir de los individuos y la secuencia de los hechos, por estos días pasan con rigor por recuentos y análisis; la fiesta de los toros también forma parte de esta práctica de dinámica factual; desde la puntualidad, cumplimos con revisar lo más trascendente del año taurino, lapso cargado de sucesos  significativos, algunos de ellos de trascendencia histórica.

El caso es que el tiempo corre en absoluta libertad, situación ideal que echamos de menos quienes en Ecuador sentimos que nuestros derechos irrenunciables son vulnerados día a día, circunstancia reflejada en el ataque vivido por el espectáculo taurino a lo largo del año; la hostilización oficial a esta actividad cultural  y la negativa del público a participar de una corrida mutilada producto de la supresión del último tercio de la lidia resuelto en la consulta popular de mayo de 2011,  derivó en la decisión de la empresa de la Plaza de Toros Quito de suspender la anual feria del Jesús del Gran Poder, lamentable noticia que convulsionó al mundo de los toros y desencadenó un intenso debate sobre la preservación de los valores éticos y el respeto a la tradición y a la cultura.

A este hecho se sumó la no realización de la temporada de corridas en la capital de Colombia, la abierta postura anti taurina del alcalde de esa ciudad y la suerte de disputa legal que le enfrenta con los gestores de la plaza Santamaría, determinó la interrupción de las funciones taurinas. Los casos de Quito y Bogotá, supusieron sin duda, un duro golpe para la fiesta.

La furiosa acometida que sufre la industria taurina global, sumada a la crisis europea condicionaron el volumen y categoría de la temporada española que en este año registró una grave caída del número de festejos, la oferta de espectáculos disminuyó en alrededor de doscientas tardes respecto al año pasado; cabe agregar que la acción del denominado G-10 grupo creado para gestionar los derechos de imagen de algunas figuras también obró en contra de la normalidad de la temporada debido a la exclusión de los carteles de nombres de importantes espadas.

El centro de la atención del mundo del toro fue Francia, el fuste de sus ferias, la correcta presentación de las corridas y la masiva participación popular, revitalizaron a la industria taurina en estos complicados tiempos; en Nimes, la tarde del 16 de septiembre, José Tomás marcó la historia con una memorable encerrona convertida en una cátedra mayor del toreo actual. 

Una nutrida e interesante generación de toreros mexicanos y sus notables ejecutorias en los ruedos, portaron noticias refrescantes y esperanzadoras.

En Ecuador  el ciclo que termina estuvo marcado por el incremento de los festejos en las provincias centrales del país, allí ferias como las de Ambato, Riobamba, Latacunga, San Miguel de Bolívar, Valencia y Machachi adquirieron mayor presencia y jerarquía por el aumento del número de corridas o por la participación de toreros de renombre; la celebración de festejos  en Mocha, Guano, Tanicuchí, Pastocalle y en otros puntos de la geografía nacional ofrecieron forma y contenido a la agenda anual.

Sebastian Castella y Juan Francisco Hinojosa fueron los triunfadores de la feria carnavalera de Ambato, en la que también destacaron Diego Silveti e Iván Fandiño, mientras que en el ciclo del Señor del Buen Suceso de Riobamba en el mes de abril se lucieron Víctor Puerto, Cruz Ordóñez y Guillermo Albán; en esta misma ciudad, en noviembre, El Fandi emocionó al límite a los aficionados locales que acogieron su actuación como un hecho superlativo, equivalente a lo vivido en Latacunga la tarde del viernes 30  con la encerrona de El Juli, la plaza llena y la maestría del lidiador  marcaron una jornada inolvidable.

Una vez más Víctor Puerto y Guillermo Albán, en esta ocasión junto al joven rejoneador Sebastián Peñaherrera pusieron en escena una corrida triunfal muy cerca de Quito en la localidad de Machachi celebrada el 10 de noviembre, el mismo día en que en Riobamba actuó Serafín Marín junto a Cruz Ordóñez y Martín Campuzano.

La Feria del Aficionado Práctico, maratónica propuesta anual que en esta ocasión constó de 13 tardes con la participación de 73 toreros aficionados, fue también uno de los elementos sobresalientes del año, como las novilladas de pre feria en Quito en las que trascendieron José Antonio Bustamante y el mexicano Nicolás Gutiérrez.

El festival de la Virgen de la Esperanza de Triana y la corrida extraordinaria del 5 de diciembre se efectuaron en la tradicional plaza Belmonte de Quito, aliviaron el ayuno taurino capitalino gracias a la vibrante tarea de Antonio Ferrera, las buenas maneras de David Galván y la pundonorosa labor de Álvaro Samper y Martín Campuzano.

La dinámica taurina y su recuento nos permite afirmar  que más allá de las horas tristes que vive Quito, la fiesta de los toros palpita y crece en otras ciudades. 

Fuera de las plazas también se registraron noticias relevantes como la realización del Segundo Foro Mundial de Cultura Taurina cumplido en el archipiélago portugués de Azores, el tema de la comunicación especializada y el establecimiento de la Unión Mundial de Periodistas Taurinos, plataforma promotora y defensora del espectáculo, fueron las bases de la reunión.

Las prestigiosas ferias mexicanas de Aguascalientes y Zacatecas conjugaron con acierto importantes carteles con valiosas actividades académicas; exposiciones, conferencias y foros ofrecieron valor intelectual a los ciclos de corridas.

El apartado de la literatura registra tres hitos: la presentación del libro "Joselito, el verdadero", obra que narra la vida de José Miguel Arroyo puesta en el papel por el escritor y periodista español Paco Aguado; la muerte del insigne mexicano Carlos Fuentes notable intérprete del peso cultural y social de la fiesta brava y la constante campaña de defensa que lleva a cabo el premio nobel Mario Vargas Llosa; constituyeron sucesos superlativos.

El torero quiteño Fernando Traversari "El Pando" murió a los ochenta años de edad como consecuencia de una larga enfermedad, El Pando hizo noticia en el toreo de mediados del siglo pasado.

La muerte, el cierre de un ciclo, de manera inexcusable es un sacudón, un llamado de atención, un vistazo obligatorio al calendario, una toma de conciencia del tiempo y su implacable marcha. La vida está hecha de tiempo.

Un año que termina y otro que comienza sin solución de continuidad, exigiendo determinación y firmeza, y reclamando fe y esperanza para enfrentar nuevos retos. En el horizonte: la promoción y defensa de la fiesta de los toros desde la libertad y el respeto. Suerte para todos.


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