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Zotoluco, con sello de maestro (video)

Domingo, 09 Dic 2012    México, D.F.    Juan Antonio de Labra | Foto: Sergio Hidalgo            
Cortó dos orejas al cuarto de la tarde después de una excelente faena
Hacía varios años que Zotoluco no salía a hombros de la Plaza México, y hoy volvió a saborear las mieles del triunfo y se reencontró con una afición que, sin haberlo desauciado nunca, tampoco se le entregaba como en sus mejores épocas en este escenario, donde hoy le puso nombre a la tarde.

A veces especulativa, otras reticente, y en muy contadas ocasiones apasionada, la afición capitalina se había distanciado del torero de Azcapotzalco en sus anteriores comparecencias. Y lo más interesante de su brillante actuación fue demostrar que la veteranía es un grado, porque a los dos toros de su lote, de distinta condición, los entendió a la perfección y los toreó por nota. Vamos, con sello de maestro del toreo.

Seguramente que la infinidad de tentaderos que ha hecho en la finca de Marrón han servido a Zotoluco para interiorizarse con el juego que ofreció el ganado, y hoy más que nunca empleó toda su claridad de ideas para desentrañar el incierto y nada fácil comportamiento de los dos ejemplares que le tocaron en suerte.

En este sentido, el análisis de ambos toros fue muy intersante por parte del torero, así como el posterior planteamiento de las faenas. De haber estado fino con la espada al dar muerte al que abrió plaza, hubiese ampliado su cuenta personal de trofeos. Pero al margen de este hecho, y a estas alturas de su dilatada carrera, Zotoluco demostró porqué sigue vigente, toreando poco y bueno, y cuajando faenas importantes como las de esta tarde.

A ese primer toro del festejo, lo toreó muy bien con el capote, tapándole siempre la cara y marcándole el lance para ver si el de Marrón aprendía a embestir con más soltura, cosa que no ocurrió porque llegó sin fuelle al tercio de banderillas y, minutos después, rebrincado a la muleta.

Sin aburrirse nunca, concentrado y seguro, Eualio le hizo un trasteo medido, sobrio, bien estructurado, en el que sobresalieron los redondos de precisa colocación, así como los remates y distintos cambios de mano que arrancaron sonoros olés del público.

No se quiso quedar si probar al toro por el otro pitón –el izquierdo– y aunque por ahí le costaba más trabajo acudir con ritmo a la muleta, no obstante que el morito llevaba por nombre "Danzón", Zotoluco terminó sobándolo con paciencia hasta obligarlo a seguir la muleta de mejor manera.

Pero lo realmente torero lo hizo con el engaño en la diestra, con esas pausas tan medidas, en las que iba estudiando cada una de las reacciones del toro para compenetrarse con su embestida. La media estocada que antecedió al pinchazo hondo y al golpe de descabello final, lo privaron de tocar pelo. Sin embargo, ya había dejado muestras de que venía a por todas.

Y cuando la tarde naufagraba en medio de la distracción que provocaba el escaso juego que habían dado los toros de José Mari Manzanares y Mario Aguilar, corridos en segundo y tercer lugar, respectivamente, Zotoluco encendió la llama de la emición nuevamente en el cuarto.

Fue delante de toro un tanto flojo, al que era preciso dosificar la intensidad de los toques porque podía derribarlo con facilidad, pero tampoco era bueno dejarlo venir a su aire. Así que en eso, precisamente, radicó la maestría del trasteo: en invitar al de Marrón a encelarse y venirse un poco arriba.

Hubo dos momentos en que el toro se paró antes de llegar a la muleta, y en vez de que Eulalio lo atacará, se recolocaba inteligentemente en la media distancia, para volver a encauzar la embestida, todo hecho con tranquilidad, para darle entender al toro que allí sólo mandaba el torero. Y así de templado y torero estuvo el de Azcapotzalco, en series de magnífico acabado, algunas con la muleta en la zurda y la planta relajada, en las que se gustó mucho toreando al natural.

A hora sí, colocó una estocada valerosa, porque le toro echó la cara arriba en el momento del embroque, tal y como lo había hecho a Sergio González en el tercio de banderillas, pero a fuerza de alargar el brazo y aguantar el derrote, Zotoluco consiguió meter el brazo y poner el acero en su sitio.

El toro no tardó en doblar patas arriba sin puntilla, y el público se puso en pie y solicitó las dos orejas del toro para Zotoluco, que, sabedor de su sitio, agradeció complacido en la vuelta al ruedo.

El resto de la corrida tuvo poca historia, salvo el esfuerzo de Manzanares delante de un lote infumable, compuesto por un primer toro que cortaba le viaje y desarrollo sentido, y otro sin fuerza que se desplomó sobre la arena varias veces. En ambos casos el alicantino se contagió de desánimo y pasó inadvertido.

El que sorprendió gratamente fue Mario Aguilar, que tras haber estado breve con el tercero, al que despendó de una buena estocada, en el sexto toreó de manera despaciosa a un toro de espléndida docilidad.

El verdadero mérito de la faena del hidrocálido fue este maravilloso temple y la calidad de sus muletazos, en los que deletreó el toreo tal y como gusta a este público. Fue una lástima que el de Marrón careció de mayor brío y transmisión en la embestida, pero lo más asombroso fue que Aguilar toreó prácticamente de salón, en trazos bellos y toreros que hacen albergar muchas esperanzas en torno a este torero de Tauromagia Mexicana.

Ficha
México, D.F.- Plaza México. Novena corrida de la Temporada Grande. Más de un tercio de entrada (unas 16 mil personas) en tarde agradable. Toros de Marrón, disparejos en presentación, el 3o. protestado por su falta de trapío, flojos y de escaso juego en su conjunto. Pesos: 492, 490, 470, 483, 481 y 510 kilos. Eulalio López "Zotoluco" (verde botella y oro): Palmas y dos orejas. José Mari Manzanares (purísima y oro): Silencio y en su lote. Mario Aguilar (malva y oro): Silencio y palmas. Incidencias: Destacaron en varas Alfonso Barroso, Ignacio Meléndez y David Leos, y con las banderillas Curro Javier.

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