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Desde el barrio: La burla de Cultura

Martes, 16 Oct 2012    Madrid, España    Paco Aguado | Opinión   
La columna de este martes

Más de un año después de su aprobación por el Parlamento se confirman nuestros temores: el traspaso de las competencias taurinas del Ministerio de Interior al de Cultura sólo ha sido, hasta el momento, un demagógico brindis al sol.

Decretado con sospechosa facilidad por el anterior gobierno socialista en su etapa de máximo declive, después de que el astuto Rubalcaba se hiciera la foto con los toreros para acallar sus protestas ante la incompetencia de la ministra González Sinde, los más incautos tomaron aquel simbólico traspaso con un alborozo precipitado. Creían, inocentes, que de aquella decisión brotarían las soluciones a todos los problemas de la fiesta de los toros.

Han pasado quince meses desde entonces, además de unas elecciones generales, un cambio de gobierno y la más dura etapa de la crisis económica, y aquello no ha dejado de ser un gracioso abaniqueo por la cara, de las mejores muletas de PSOE y PP, a un sector taurino aplomado, como un toro vacío de casta que no sale de las tablas de su propio inmovilismo.

La última noticia que se tiene al respecto es que el Registro de Profesionales, una de las escasas competencias que le quedaban al gobierno central tras los traspasos a las autonomías, vuelve al Ministerio del Interior. Extraña noticia, pues, ya que nada puede volver a un sitio de donde nunca salió.
Sin que nadie haya reparado en ello, ni siquiera tanto periodista de "investigación"… de carteles, el Ministerio de Cultura ya se negó el pasado invierno a asumir el Registro por su incapacidad para pagar los 18.000 euros que costaba su traslado físico a las nuevas oficinas.

Así que esa especie de polvoriento "archivo policial" de toreros sigue donde siempre estuvo, en un oscuro sótano de la madrileña calle Cea Bermúdez. Justo allí donde no ha dejado de ser un triste coladero de tuneleros, sin que nadie con un mínimo criterio taurino, sino sólo burocrático, confirme ni examine la profesionalidad de los solicitantes del carnet.

Si en el Ministerio de Cultura del Partido Popular no hay ni dinero ni voluntad para asumir tan nimio detalle, poco podemos esperar en cuanto a la otra competencia significativa que se le traspasó: el fomento y la promoción de la cultura taurina. Por mucho que hace poco el lenguaraz ministro Wert se llenara la boca de la demagogia protaurina a la que son tan propensos los miembros de su partido, los hechos siguen confirmando la burla de los políticos, de uno y otro lado, a la fiesta de los toros.

Y que mejor constatación de esa falacia que ver escrito negro sobre blanco lo que el Gobierno destinará a ese capítulo en sus Presupuestos Generales de 2013: exactamente eso, cero euros. Aun así podremos presumir de que, al menos, los toros no sufrirán los recortes que sí se aplicarán al cine, al teatro, a los museos o a las bibliotecas, cuyas subvenciones se reducirán en torno al treinta por ciento el próximo año.

De momento, en esta pírrica victoria que tanto se celebró en su día, para lo único que ha servido el paso de los asuntos taurinos al Ministerio de Cultura es para que nos igualen a otros espectáculos… subiéndonos el IVA, también de las novilladas, a la brutal cifra del 21%. Es decir, que siguen sin darnos subvenciones, pero nos ponen más impuestos. Una excelente manera de promocionar el espectáculo, desde luego que sí.

Esperemos que ese dinero que nos quitan y no nos dan pueda servir, al menos, para pagar las comidas, las dietas y los viajes de esa comisión de expertos que dirige estos meses el amigo Gómez Angulo en busca de la salida de este túnel estructural. Pero que no nos cuenten más milongas, porque la situación es tan crítica que ya no tiene un pase. Ni un adorno.


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