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Liber taurus: El genio y el sabio

Viernes, 29 Jun 2012    Quito, Ecuador    Santiago Aguilar | Opinión   
La columna de este viernes

En tiempos en que la fiesta de los toros enfrenta una campaña transnacional concebida y diseñada para deslegitimarla a través de cuestionables procedimientos políticos y astutas estratagemas legales, con la intención de desarraigarla del imaginario social iberoamericano; hace pocos días se produjo un suceso que, sin duda, constituye el momento de inflexión de la temporada del presente año, nos referimos a la reaparición del matador de toros José Tomás registrada el pasado martes en la plaza de Badajoz, hecho que debe ser valorado como un poderoso llamado de atención a los detractores de esta actividad cultural y, también, a quienes gestionan la industria taurina.

José Tomás es una especie de leyenda viva del toreo, un personaje con un incontestable atractivo popular, conquistado a lo largo de sus 16 años de ejercicio profesional en los que ha removido los cimientos del toreo a base de jugarse la vida tarde a tarde y toro a toro. Su cuerpo lleva la marca de diecisiete cornadas algunas de ellas de extrema gravedad; sin embargo, el torero jamás se traicionó a  sí mismo y continúa expresando su genial y arriesgada tauromaquia y en esa medida, otorgando vigencia a los valores fundamentales de la actividad taurina, ligados a la historia, al rito, a la vida y a la muerte. Tras más de nueve meses de no comparecer a los ruedos, el espada volvió a la arena y la fiesta de los toros se sacudió una vez más.

En el cartel conformado para la señalada ocasión constó el nombre de Julián López "El Juli" o dicho con mayor justicia Julián López "El Sabio", el preceptor del toreo contemporáneo, joven maestro que ha enfrentado hasta la fecha a 2.845 toros, logrando edificar una carrera asombrosa hasta encumbrarse como uno de los lidiadores más capaces de la historia; pese a ello, este torero de época es hoy por hoy sojuzgado y marginado por las grandes empresas como castigo a su lucha constante por la dignidad profesional de los toreros.

El caso es que el genio y el sabio se repartieron un total de seis orejas en el ruedo de Badajoz y construyeron trasteos inolvidables marcados por la autenticidad, el valor y la capacidad técnica, faenas de otra dimensión, toreo grande, ejecutado por figuras, claro está, de otra dimensión.

Más allá del magnífico espectáculo vivido en la arena,  atestiguado por miles de personas, el hecho conmocionó a la ciudad extremeña, al punto que los tiempos de crisis que agobian a toda España, quedaron temporalmente al margen, pues, una ola de afuereños coparon la infraestructura turística de la región, atraídos por el gran acontecimiento taurómaco.

La conmoción que supieron generar los nombres cimeros de los carteles, es una señal clara y potente para quienes manejan la cosa taurina, el espectáculo siempre dependerá de sus máximas figuras para convocar al cliente y revitalizar a la fiesta; la multitud en las gradas, supone además, una señal clara y potente para quienes creen que las corridas de toros han perdido pasión e interés.

Lo cierto es que el genio y el sabio, resultan fundamentales para el presente de la fiesta; el primero por su apuesta al toreo desde la verdad y la tragedia; el segundo por su apuesta al toreo desde el valor y el conocimiento. Uno y otro, o mejor los dos, son hoy por hoy, los únicos lidiadores capaces de mantener encendidas la expectación y el esplendor del toreo.


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