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Ruedo: Fermín Rivera, minimalista

Miércoles, 21 Dic 2011    México, D.F.    Heriberto Murrieta | Récord   
La columna de este miércoles

El joven matador potosino Fermín Rivera realizó una faena sobria, seria, sin efectismos ni chabacanerías, el domingo pasado en la Plaza México. ¡Llegó al festejo con tan sólo seis corridas toreadas en todo el año! De ahí que sorprendiera verlo tan solvente y asentado.

Se acopló con las lentas embestidas de un noble toro de la ganadería jalisciense de Villa Carmela. Lo toreó únicamente con los pases fundamentales, sin caer en la tentación de pasárselo por la espalda, como dicta la moda. No es que no tenga mérito la ejecución de un péndulo pero el toreo por delante es y será siempre el de mayor sustancia. Una faena minimalista, desprovista de artilugios, ejecutada con austeridad, sobre la base de la técnica que le han pulido Alberto Preciado y su hermano Polo Meléndez. (El minimalismo es una corriente artística que sólo utiliza elementos mínimos y básicos; se asocia el minimalismo a todo aquello que ha sido reducido a lo esencial y que no presenta ningún elemento sobrante o accesorio).

Ha sido la máxima sorpresa en lo que va de la temporada, si consideramos su escaso rodaje y que, a diferencia de otros diestros nacionales igual de jóvenes que él, no ha tenido la oportunidad de foguearse en España.

Tuvieron que transcurrir 54 años para que un matador de toros con este nombre volviera a tocar pelo en la Plaza México. El 17 de febrero de 1957, el maestro Fermín Rivera obtuvo los máximos trofeos en su despedida. Su nieto no había cortado ninguna oreja  en La México desde que recibió en ella la alternativa el 6 de noviembre de 2005.

Con apenas 23 años de edad, Fermín Rivera Agüero, que está registrado con los dos apellidos de su madre, dio una bocanada de oxígeno y se perfila para recibir otra oportunidad en esta misma campaña.

Por su parte, el ganadero carmelita envió un encierro bien presentado, parejo en tipo y bien armado, que claramente cumplía con la edad reglamentaria. Lástima de la debilidad de varios de sus integrantes.

Es otro

En cambio, Mario Aguilar, que tantas esperanzas despertó como novillero, se ha salido lastimosamente del estilo artístico que mostró entonces, y ahora no atina a elegir una vertiente de interpretación del toreo.

Lleva cortadas dos orejas en la temporada pero sus faenas no han alcanzado esa rotundidad que se necesita para dar pasos verdaderamente firmes. Parece haber perdido el encanto de sus años novilleriles.

¡Lleno del Espíritu Santo!

Todos los comentarios que hemos escuchado sobre Pablo Labastida reflejan el enorme aprecio que se le dispensaba a este hombre bien nacido que falleció la semana pasada.

Hijo del legendario ganadero Manuel Labastida, Pablo abrevó de la fuente de su padre y de la de otros santones como Paco Madrazo y Javier Garfias. Aficionado, apoderado y criador de reses bravas en la vacada de Espíritu Santo, siempre lo distinguió un trato agradable y cordial.

Duras fueron las pruebas de sus últimos días. Pero a pesar de los insoportables dolores que padeció, recibió los Santos Oleos con fe verdadera y se fue en paz, dejando la huella de una enorme calidad humana.


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