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Desde el barrio: Complejos de izquierda

Martes, 20 Dic 2011    Madrid, España    Paco Aguado | Opinión   
La columna de este martes
Para quien conozca algo de la reciente historia de España, habrá resultado cuanto menos chocante saber que la portavoz del grupo de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid se abstuvo en la reciente votación para poner a una calle de la capital de España el nombre de Antonio Chenel "Antoñete".

Y digo chocante por no decir irritante, enervante, decepcionante, cabreante, infamante y no se cuantos "antes" más que se me ocurren, teniendo en cuenta además que la misma concejala comunista sí que votó a favor de hacer lo mismo con Steve Jobs, el gringo magnate de la informática al que, al parecer, tanto le debe la ciudad de Madrid.

Aunque la metedura de pata se subsanó después en el pleno municipal, con el voto favorable del resto de sus compañeros de partido, lo peor del caso es que la despistada concejala alegó para su demagógica abstención toda esa retahíla de sandeces que esgrime la moralina animalista para atacar la fiesta de los toros.

Es así como todos esos argumentos "franciscanos", más preocupados del bienestar de un perro abandonado que de los millones de parados (también los taurinos sabemos hacer demagogia), están encontrado un perfecto eco en los partidos de izquierda. Porque, tanto en España como en México, sus ideólogos parecen haber perdido el norte en pleno auge del capitalismo salvaje, para deambular entre el ajado rojo de las viejas banderas y el verde de moda del ecologismo.

El despiste de esta izquierda de la globalización se deriva de una clara pérdida de memoria. Y así, entre otros errores históricos bastante más graves, la mayoría de sus militantes madrileños ignoraban que Antoñete no escondió nunca públicamente su pensamiento de izquierdas. Y que, en más de una ocasión de los tiempos duros, como ocurrió en los festivales que se dieron en la Casa de Campo a finales de los años 70, el torero del mechón blanco se ofreció a torear gratis a favor del Partido Comunista de España, germen de la actual formación Izquierda Unida.

Por simple respeto y agradecimiento, sin dejar de lado el profundo madrileñismo de quien sólo por eso ya merecía el rótulo de la calle, la señora concejala debió dejar para otro momento su lastimero discurso de secta animalista, seña inequívoca de su superficialidad política.

Pero así están las cosas. Lamentablemente, el conjunto de la izquierda, salvo muy aisladas excepciones, ha elegido la vía de la demagogia más irreflexiva a la hora de tomar partido en contra de la fiesta de los toros. Y ha vuelto a sacar del arcón, aunque con un nuevo envoltorio falsamente ecologista, los viejos axiomas que identifican a un espectáculo del pueblo con los modos de otros tiempos, con dictaduras y actitudes de la más rancia y extrema derecha.

En ese sentido, la victoria del Partido Popular en las recientes elecciones puede suponer una vuelta de tuerca más en este errático concepto taurino de la izquierda actual. Las medidas favorables a la Fiesta que han prometido en voz baja los políticos de derechas que van a gobernar, justas y necesarias para el futuro a medio plazo del espectáculo, van a provocar, de llevarse a cabo, una mayor radicalización de la postura contraria de los partidos de izquierdas.

Será difícil, inmersos como están en esa corriente del "buenismo" que nada significa ni nada soluciona en estos tiempos dictadura financiera, pero la subsistencia de los toros en el siglo XXI pasa por sacar de su error y de sus complejos a unos políticos de izquierda inoculados del virus del antitaurinismo. 


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